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jueves, 7 de julio de 2011

" PUNTO FINAL "...Reflexiones...

... La urgente necesidad de un verdadero punto final
Por Leopoldo Bravo (*)
(Para La Nación)


La consolidación del proceso democrático reanudado a partir de diciembre de 1983 requiere una ferviente vocación de los sectores significativos del país para hallar la unión nacional y la paz interior. Sin este requisito básico no tendremos la seguridad de haber superado los enconos, los enfrentamientos fratricidas y las viejas y estériles disputas del pasado.

En este sentido, es urgente concluir con los juzgamientos y el revisionismo de la reciente GUERRAcon la que se abatió el accionar subversivo en la República, iniciado en la década del sesenta, y que produjo un triste y cruel baño de sangre en la sociedad argentina.


La exigencia de la hora impone levantar las miradas de los proyectos con criterios superiores, con visión de estadistas, tanto para quienes tienen responsabilidades ejecutivas como para los que deben legislar.


En nuestra patria existen muchos ejemplos históricos en que dirigentes se empinaron sobre los intereses de facción y actuaron en un plano superior con la mirada generosamente puesta en el interés general.


Si no alcanzamos estos objetivos no habrá verdadera concordia social ni justicia ni progreso, y más allá de expresiones retóricas voluntaristas la democracia no sentará sus reales por mucho tiempo en el suelo patrio
.

Quienes tenemos la obligación de legislar debemos hablar claro, sin tapujos, con alto sentido realista, para advertir la dirección de los acontecimientos públicos a tiempo y procurar los correctivos legales propios de la civilización política que está implícita en nuestro sistema de vida constitucional. Lo contrario es no recoger la experiencia dolorosa del último medio siglo y no asumir la historia tal como es, no como nos gustaría que fuera.




El protagonismo de las FFAA.


Las cada vez más frecuentes interrupciones de la vida constitucional, en la mayoría de los casos, han sido consecuencia de vacios de poder generados – por acción y omisión – de los dirigentes políticos de turno, quienes no supieron estar a la altura que las circunstancias exigían.


A su vez las FFAA debieron asumir el gobierno de la cosa pública – para el cual no estaban preparadas - , respondiendo a consensos existentes, creándose a consecuencia de ellos una grave deformación de sus funciones profesionales y del papel específico en el marco institucional.


En 1975, cuando la guerrilla ya había asesinado a cientos de ciudadanos de bien – jueces, empresarios, sacerdotes, sindicalistas, intelectuales, obreros, policías y soldados – por el solo pecado de no coincidir ideológicamente con su filosofía extremista, recibieron el mandato del poder político constitucional de aniquilarla, y contaron para ello con el apoyo general de la población.


Hoy, paradójicamente, aparecen como los “chivos emisarios” de todos los sectores de la sociedad que estimularon su accionar, quienes parecen, sorprendentemente, haber olvidado su actitud anterior. Son muy escasas las voces que denuncian el contrasentido referido.

Cita:

La responsabilidad es común, y por lo tanto debemos asumirla todos,
sin desertores de conveniencia ni “distraídos”,
sin pretender que un solo sector de la sociedad asuma las responsabilidades del resto.




Las FFAA tienen un especial protagonismo en la historia nacional desde los días fundacionales de la patria: concretaron nuestra independencia, vencieron a sus ocasionales adversarios – muchas veces los frutos de sus victorias se malograron en las mesas de negociaciones -, conquistaron el desierto, fueron pioneros de la industrialización básica y son, finalmente, la expresión de nuestra soberanía territorial en la vastedad del solar argentino. Por todo ello deben ser respetadas como requisito “sine qua non” de orden y soberanía.

La continuación de los procesos judiciales, más allá de las limitaciones sancionadas por el Congreso, lastima el brazo armado de la República, escarnece su prestigio, asuela su moral combativa, afecta, por último, el propio decoro nacional.



Los derechos humanos.

No existen GUERRAS– cualquiera sea su naturaleza – que no presenten violaciones a los derechos humanos. Ese es el fatal reflejo de toda contienda armada. Podríamos recurrir a todo tipo de ejemplos en la historia de la humanidad. Nos limitaremos a referir unos pocos, vinculados directamente con los países que en el presente son abanderados de dichos derechos en el mundo, y a épocas recientes, como es el último conflicto mundial.

En las naciones ocupadas por los ejércitos del Eje, en momentos de la retirada, hubo cientos de miles de violaciones a los derechos humanos y repugnantes aberraciones por parte de los partisanos y tropas regulares contra los “colaboracionistas del invasor”. Tales los casos de Francia, Bélgica, Holanda, Dinamarca, Noruega e Italia.

En este último país cabría mencionar desde la cruel muerte del dictador fascista y su compañera hasta el fusilamiento sin proceso de trescientas mil personas vinculadas con esta ideología. De todo esto no hubo investigación ni sanción de ningún tipo, no hubo reclamo alguno por parte de la Justicia, de los partidos de derecha e izquierda ni del propio Vaticano…

En el caso de la represión terrible de Francia en Argelia, por medio de diferentes amnistías se puso un manto de silencio a las responsabilidades invocando “los supremos intereses del país”. Y qué decir del holocausto nuclear de Hiroshima y Nagasaki – delito de lesa humanidad por parte de la primera potencia de Occidente -, cuyos efectos letales se extienden hasta el presente. En la actualidad, se está planteando una situación de violaciones permanentes en América Central.

Ahora bien, en los casos planteados – tal como la secuela de la Guerra Civil Española y su actual sistema democrático – todos los países encontraron los atajos jurídicos para reanudar su marcha hacia el progreso por medio de la reconciliación, dejaron atrás revanchas, investigaciones, revisionismos de sus dramas sociales y lograron el supremo bien de la unión nacional como prenda de paz duradera y fecunda.

En nuestro caso particular, en que la responsabilidad es común a toda la sociedad, no se oyeron expresiones discordantes significativas en los sectores de la vida nacional tanto cuanto se dispuso aniquilar a la subversión en el periodo constitucional como en el defacto.

Incluso, cabe preguntarse al respecto si aquellos magistrados que juraron por el estatuto del proceso, guardando silencio en su momento y que hoy investigan activamente las violaciones a los derechos humanos, no tienen alguna parte de responsabilidad en todo lo ocurrido.



Una amplia amnistía

“A grandes males, grandes remedios”. Desde que se inició el periodo constitucional, en 1853, hubo 23 leyes de olvido, reconciliación o amnistía, lo que expresa con claridad meridiana que este recurso está adentrado en el ánimo del pueblo argentino y sus dirigentes como instrumento útil para restañar las heridas surgidas en la lucha de pasiones e intereses confrontados.

Por participar de ese espíritu y con esa convicción estoy persuadido de que solo una amplia y generosa amnistía que alcance a procesados y condenados de las FFAA y de la subversión, exceptuando solamente a los reincidentes, puede poner punto final al caso argentino.


Las soluciones parciales no serán suficientes, solo serán paliativos. Hay que inspirarse en el ejemplo de nuestros próceres – que depusieron sus intereses de facción – en horas cruciales y luctuosas del pasado, en procura del bien común.

En el caso de los subversivos es preciso no olvidar que actuaron – esto sin mengua de su responsabilidad – en un contexto propicio para la violencia y que muchos de ellos creyeron que esta vía era la adecuada para solucionar las injusticias sociales en el país. Seguramente, hoy no repetirían sus procedimientos ni se prestarían por idealismo a ser “idiotas útiles” de intereses manejados por centrales foráneas con objetivos de dominación.

Este es, entonces, a mi juicio, el momento oportuno para buscar la reconciliación de la familia argentina dado que están funcionando las instituciones en un clima de amplia libertad.

Durante tres largos años las FFAA han sido sometidas a un constante proceso investigativo, concurrieron puntualmente los antiguos detentores del poder a los Tribunales, sin que se hayan producido reacciones ante la inesperada situación, lo que expresa una manifiesta voluntad de aceptar la subordinación a las autoridades legales, circunstancia esta que tiene como antecedente las repetidas oportunidades – durante anteriores interrupciones constitucionales – en las cuales hicieron pública profesión de voluntad de volver al término de su gestión al imperio del derecho y la Constitución, sin dejarse tentar por aventuras corporativas o de otro signo, hecho este último que movió a importantes sectores de la dirigencia política del momento a incorporarse a esas administraciones militares.

Recientemente, los pueblos hermanos, el Brasil y el Uruguay, en situación muy similar a la nuestra, han superado estos traumas por medio de leyes de olvido a las supuestas violaciones generadas por el combate contra el accionar subversivo.

Próximamente arribará a nuestro país el Sumo Pontífice, mensajero de la paz y el amor universal, lo que crea condiciones excepcionales para gestos de grandeza moral. Hay paz en nuestras calles, sin la presencia del flagelo subversivo.

Con ello afianzaremos la democracia y facilitaremos la ardua labor del primer magistrado, en el cuadro de las severas complicaciones de la hora actual, haciendo posible la marcha del futuro de nuestra querida Argentina, para que retome el lugar que le corresponde por su riqueza, su cultura y su antigua vocación de liderazgo.

Naturalmente que esta reconciliación debe darse mediante un reaseguro por el cual las Fuerzas Armadas se inserten definitivamente en nuestro sistema político, y acaten la subordinación al poder civil previsto en nuestra Ley Suprema.

Y, finalmente, pensando que esta reconciliación es más importante que la problemática económica que nos agobia, que las futuras elecciones u otros temas candentes del presente. Por lo tanto es urgente materializarlas sin demoras.

Y, en este sentido, hemos presentado en el Senado de la Nación un proyecto de ley que se informa del espíritu señalado en este trabajo con la esperanza de que se constituya en un aporte efectivo para la paz y la unión nacional.

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(*)Senador Nacional, ex Gobernador de San Juan, ex Embajador Argentino en la URSS y en Italia



(Lo resaltado en el presente documento corresponde a quién lo transcribió).

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Subordinación y Valor!!!!
*** M U S E O_ de la_ M E M O R I A ***
GUERRA CONTRA LA SUBVERSIÓN (1970 - 2011)
Publicado por Miguel...

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