"NOTICIAS DE LA GUERRA"...Esteban Righi...Lo conocès?...El renunciante actual Procurador General de la Nación...
FUNCIONARIOS K
. ¿ Quién es realmente “el gordito inútil” al que echó Perón?
Antecedentes de Esteban Righi. Esteban Righi, El fiscal de la justicia jacobina
Tenemos aquí para nuestra memoria y para la de los
jóvenes una especie de “Who is Who” en la política argentina. Un
excelente trabajo del nombrado doctor Shäferstein sobre el actual
Procurador General de la Nación, el jefe de todos los Fiscales
Nacionales, el abogado Esteban Righi, que fue Secretario General de la
Presidencia de Cámpora y al que Perón echara no bien puso sus pies en
la Casa Rosada, como una de sus primeras medidas de gobierno, no sin
antes manifestar sobre la persona de este funcionario hoy kirchnerista,
el epíteto de ” gordito inútil”.
Este siniestro personaje fue el que liberó a los jefes
guerrilleros condenados por la Justicia cuando asumió Cámpora, y es el
que manipula todos los juicios contra las FF.AA y maneja a los Fiscales
frenando sus investigaciones y metiéndoles presión en los casos que
benefician a la política del gobierno. Es funcional íntegramente al
régimen y es un militante de la causa marxista, entregado hoy hacer
mucho dinero con su estudio paralelo, defendiendo los autores y
cómplices de los negociados del gobierno. Como recordatorio guarde este
archivo por su gran valor documental y difúndalo a quienes puedan hacer
obra y escribir sobre este negro capítulo de nuestra historia, o
simplemente difundir a modo de esclarecimiento entre sus lectores.
Esteban Righi, El fiscal de la justicia jacobina
Esteban Justo Antonio Righi ?Cédula de Identidad de la Policía
Federal 4.389.306 y Libreta de Enrolamiento Nº 4.286.293? nació el 4 de
septiembre de 1938 en Resistencia, Chaco, cursó sus estudios
secundarios en el Liceo Militar “General San Martín” y se recibió de
abogado en la Universidad de Buenos Aires en 1962. Militante
antiperonista y partidario de Frondizi, hacia el año 1956, el destino
hizo que el rumbo de su vida se desviara hacia el progresismo sectario,
llegando a ser uno de los ministros más jóvenes del peronismo
revolucionario, y en la actualidad el personaje que orienta los rumbos
de la justicia kirchnerista.
Indudablemente su función es entusiasta y vocacional, porque Righi
es un hombre de fortuna ?teniendo en cuenta que tramitó una de las
jubilaciones de privilegio de la ley 21.121 por su centellante gestión
como Ministro del Interior durante 36 días en 1973? percibiendo una suma
de U$S 3.780 mensuales. Por lo demás, en los minuciosos listados de
las 8961personas desaparecidas o muertas en los años de la guerra civil
publicado por el Informe de la CONADEP Esteban Righi figura como
“desaparecido”, víctima del “terrorismo de Estado” por lo que, según
nuestras fuentes, percibió 448.000 dólares de indemnización. Pero aquí
no está en juego la honestidad moral solamente, ni tampoco la falta de
escrúpulos de esas supuestas víctimas, teniendo en cuenta que también
están en el Informe de la CONADEP el Juez de Morón Humberto Meade, la
Ministra miembro de la S.C.J.N. Carmen Argibay Molina, así como cientos
de ciudadanos rasos o funcionarios actuales. El hecho trágico es que
estos últimos ?no sólo están enriquecidos por las jugosas
indemnizaciones del Estado (vivitos y coleando)? sino que también
avasallan a la sociedad con sus nocivas acciones u omisiones.
Su Fracasado Debut Como Funcionario Público
El 26 de marzo de 1971, Lanusse asumió la presidencia en un clima
político totalmente desfavorable. La violencia guerrillera y el
descontento popular crecían, se sucedían las puebladas, Perón sumaba día
a día más adeptos y la continuidad del gobierno militar se tornaba
insostenible. El Teniente General Alejandro Agustín Lanusse evaluó que
el principio de solución a los múltiples conflictos pasaba por terminar
con la proscripción del peronismo y decretar una apertura política que
permitiera una transición hacia la democracia. En este contexto propuso
un Gran Acuerdo Nacional (el GAN) entre los argentinos y anunció la
convocatoria a elecciones nacionales sin proscripciones para 1973 e
incluyó una cláusula que obligaba a Perón, en caso de presentarse como
candidato, a fijar domicilio en Argentina antes del 25 de agosto de
1972. El viejo líder movió sus piezas en aquella partida y evaluó que no
le daría el gusto a Lanusse, pero además creyó que no era conveniente
que fuera él quien gobernara en el conflictivo período de transición y
en ese contexto designó a su delegado personal y ex presidente de la
Cámara de Diputados durante el primer peronismo, el odontólogo Héctor J.
Cámpora como candidato a presidente, quien tendría una misión vicaria
hasta que el balcón de la Rosada pudiera ser recuperado por el
inquilino que más uso supo darle. El slogan sería “Cámpora al gobierno,
Perón al poder”.
De esa forma, el 11 de marzo de 1973 triunfó el Frente Justicialista
de Liberación (Frejuli), con la fórmula Héctor J. Cámpora-Vicente
Solano Lima, que obtuvo más de 6 millones de votos (49%) mientras la
fórmula radical encabezada por Balbín llegaba a los 2 millones
seiscientos mil (21%). En medio de enormes festejos populares la
Juventud Peronista, subordinada a los montoneros, tuvo un protagonismo
fundamental.
Estaba claro que el peronismo había dejado hacía años de ser aquel
movimiento monolítico del período 1945-1955. Ahora convivían en su
interior conflictivamente distintos sectores, en algunos casos de
ideología opuesta, y todos ellos aparente y contradictoriamente contaban
con el aval del General Perón.
El 25 de mayo de ese año asumió la presidencia el doctor Cámpora,
conocido con el desdeñoso mote de “el Tío”, por ser notoriamente nada
más que el representante del líder ausente. En la ceremonia de asunción
del mando estaban los presidentes socialistas de Chile, Salvador
Allende, y de Cuba, Osvaldo Dorticós Torrado. La Juventud Peronista de
Dante Gullo se adueñó del acto e impidió a los militares realizar el
desfile tradicional. Coreaban “Se van, se van, y nunca volverán” e
imaginaban en aquella tarde de mayo de 1973 que la alianza entre el
poder económico concentrado, la jerarquía eclesiástica y el
tradicionalismo cívico-militar no tendría nunca más cabida en Argentina.
De esa forma Cámpora, cuyo gobierno duró sólo 36 días antes de
dimitir debido a su impericia para conducir los destinos de la Nación,
formó su gabinete de gobierno, sujeto a las imposiciones de los
montoneros que lo llevarían a abdicar.
En consonancia con su promesa electoral y el deseo de las masas
enardecidas, su primera medida fue ?a escasas horas de jurar como primer
mandatario? liberar los delincuentes terroristas que cumplían prisión
por sentencia de la Cámara Federal. Si bien el Parlamento trató el
tema esa misma noche y fueron amnistiados masivamente numerosos presos
políticos, las cárceles se vaciaron de todo tipo de delincuentes aún
antes de su pronunciamiento. El 28 de mayo Argentina reanudó y estrechó
relaciones diplomáticas con Cuba.
El Ministro del Interior que sugirió la medida fue el joven abogado
de 34 años de Resistencia, Chaco, el Dr Esteban Righi (nombre de
guerra “Bebé”), que, llamativamente, era egresado del un instituto
Militar. La razón de tan alto nombramiento fue su estrecha amistad con
uno de los hijos de “Camporita”, de cuyo estudio jurídico era socio, y
no por otro motivo. En definitiva, Righi no era peronista ni mucho
menos. Tanto “el bebé” ?así como el actual diputado moyanista Pedro
Recalde? eran estudiantes de derecho entre fines de los 50´ y
principios de los 60´ cuando militaban en la A.R.D. Asociación
Reformista de Derecho, considerada “gorila”, donde se nucleaba el
estudiantado radical y socialista democrático. Como veremos más
adelante, lo primero que hizo Perón al poner un pie en Argentina fue
echar al “gordito inútil”, tal como lo calificó públicamente.
El “Devotazo”
En esos olvidables treinta y seis días que duró su gestión plasmó
con falta de racionalidad y torpeza inolvidables ?en todo sentido? su
efímero ministerio.
El Frente Justicialista de Liberación propuso en su campaña una
amnistía amplia, un borrón y cuenta nueva para arrancar con un novel
sistema de vida en el país, olvidando el pasado. Era ingenuo suponer que
los jefes guerrilleros iban a dejar las armas y cambiar su proyecto de
tomar por la fuerza el poder político por el sólo hecho de que se
había instalado un gobierno peronista, y eso Righi lo reconoció en un
reportaje que se le hizo en su dorado exilio mejicano, pocos años
después.
“A partir de ahí ?recuerda Righi? creo que hubo en los triunfadores
del campo popular, dos tipos de expectativas. Los que creen que hay ahí
un momento pre-revolucionario, y los que pensamos que era una muy
buena oportunidad para cambiar las estructuras del país, en un proceso
largo, difícil, duro y a partir de esquemas democráticos. Este fue el
debate de la época. Quizás el fervor del momento, las grandes
manifestaciones, el odio a la dictadura, el sentimiento
antimilitarista, la gran reivindicación de valores peronistas
humillados durante tantos años, podía hacer pensar en un clima como
para que el país pudiera vivir una situación revolucionaria.”
“El presidente Cámpora había anunciado a primera hora que iba a
haber una liberación inmediata de todos los presos. Ese mismo 25 de
mayo de 1973, desde la mañana se sabía que las columnas más
radicalizadas de la izquierda marcharían hacia Devoto”
“Eso lo sabíamos y preveíamos que si los guerrilleros eran
contumaces en el uso de la violencia el Estado tendría que intervenir,
tendría que reprimir, lo que de ninguna manera estaba dispuesto a
ordenar. Nosotros tratamos de usar las armas del estado de derecho y
nos íbamos a dar un tiempo para persuadir a los violentos, para
encapsular el problema, para aislar socialmente a los violentos y a los
que no aceptaran la oferta democrática. Íbamos a tratar de usar los
mecanismos de apertura política para pacificar a la sociedad. Pero
frente a una contumacia endémica por parte de los violentos el aparato
represivo iba a ser usado como último recurso del Estado para preservar
el orden y la seguridad. Esto es así. Lo que no me parece es que
irremediablemente la gente que salía de las cárceles debía recaer en la
violencia, porque eso tenía mucho que ver con el tipo de política que
se siguiera y con el clima social del país. La tesis del gobierno era
que debía haber una amnistía aprobada por el Parlamento y eso fue lo
buscado. Lo que pasó es que para la izquierda era atractiva la idea de
presentar al gobierno como obligado a dictar tal amnistía. Es decir,
que en lugar de cumplir con una promesa electoral, el gobierno cedía
“ante la presión popular por arrancar una ley de amnistía. Esto explica
las concentraciones y las presiones sobre las cárceles de todo el
país, incluyendo Villa Devoto. Fue un camino seguido para evitar una
masacre. La tesis fundamental prevista por el gobierno era la amnistía,
y el indulto figuraba como alternativa ante una emergencia. Es decir,
una alternativa prevista pero no deseada. Pero los presos comenzaron a
salir ante la perspectiva de un indulto presidencial, antes de que este
se firmara, y no ante una ley de amnistía”.
“Lo cierto es que muchos subversivos liberados siguieron usando las
armas y la violencia contra el mismo gobierno constitucional que los
había liberado y la violencia no se terminó, sino todo lo contrario. En
esos momentos había un serio problema en las cárceles y no era sensato
arriesgarnos a una matanza por el sólo hecho de mantener el cauce
previsto: que los presos salieran tres días después por una amnistía,
que sabíamos sería aprobada por unanimidad. Lo que hicimos fue, ante una
emergencia social, anticiparnos a la decisión por medio del indulto.”
“Envié al compañero Juan Manuel Abal Medina y otros famosos
integrantes de la “orga” para armonizar organizar y pacificar a la gente
en ese mismo momento, y la prueba está en que no hubo derramamiento de
sangre”
Irresponsabilidad De Righi En La Masacre De Ezeiza
Otro reproche destacable que se le efectúa a Esteban Righi durante
su corta gestión es su responsabilidad por la “Masacre de Ezeiza”. Pero
él se exculpa perfectamente: “La verdad es que yo pensaba que ese acto
tenía que ser custodiado por la Policía Federal. Le di las
instrucciones correspondientes al general Heraclio Ferrazano, el jefe de
la Federal, algo que comuniqué al gabinete. Pero había otro sector que
pensaba que la seguridad del acto debía correr por cuenta del propio
movimiento, excluyendo a la policía. López Rega, que era ministro de
Bienestar Social, y el general [sic] Jorge Osinde, que presidía la
comisión pro-retorno y en ese carácter había monopolizado para sí la
cuestión seguridad. Sin embargo López Rega estaba en Madrid, pero tenía
un gran poder y él personalmente le impartía órdenes a Osinde. Así
fueron las cosas y creo que a esta altura es obvio hablar sobre el poder
que comenzaba a detentar López Rega. Concretamente no sabe cuántos
muertos hubo ese día, pero hubo dos procesos judiciales, uno ordinario y
otro federal, pero creo que nunca llegaron a determinar la cifra
exacta. No tengo cargos de conciencia por los inocentes que pudieron
morir en ese incidente lamentable y doloroso. No pude impedirlo a pesar
de que era el ministro del Interior… Teniendo en cuenta el
enfrentamiento que había en el seno del gobierno en esos momentos, la
orden mía para que fuera la Policía Federal a custodiar el acto no se
hubiera cumplido. La comisión de Osinde se había hecho fuerte y una vez
que el acto y los incidentes estuvieron en marcha nada se podía hacer
desde el Ministerio. Yo en realidad participé de la decisión que tomó el
vicepresidente Solano Lima para que el avión que traía a Perón bajara
en Morón. Esa medida tenía un gran costo político, pero era lo más
sensato que se podía hacer… Le voy a decir lo que pienso en general de
la violencia y de los violentos, sin nombre y apellido. La violencia es
una metodología que este país no soporta más. Este país quiere vivir en
libertad, está harto de violencia. Ninguna opción violenta puede,
tiene derecho, a perturbar el clamor popular”.
La noche del 21 de junio de 1973 Perón, indignado por la inoperancia
del Ministro del Interior, pronunció un enérgico discurso. Lo armó
sobre el esqueleto que había preparado ya en España para redondear con
la improvisación tras su llegada a Ezeiza. Tal vez ?siempre se pensó
así? en cuanto conoció los trágicos desórdenes corrigió algunos
párrafos y añadió otros. En ese discurso llamó a un acuerdo nacional
“…Este es un problema que lo arreglamos entre todos los argentinos o no
lo arregla nadie. Por eso deseo hacer un llamado a todos para que
comencemos a ponemos de acuerdo…” y lanzó sugestivos dardos: “Los
peronistas tenemos que retomar a la conducción de nuestro movimiento,
ponerlo en marcha y neutralizar a los que pretenden deformarlo desde
abajo o desde arriba.” O bien “…deseo advertir a los que tratan de
infiltrarse en los estamentos populares o estatales que por ese camino
van mal. A los enemigos embozados, encubiertos o disimulados, les
aconsejo que cesen en sus intentos, porque cuando los pueblos agotan su
paciencia, suelen hacer tronar el escarmiento”.
En una carta privada, el viejo militar le recordó en durísimos
términos al Dr Righi que, “acorde con su sentido de la legalidad”,
habría de aplicarle el Código Penal, ya que el mismo dice que “…será
reprimido con reclusión o prisión perpetua e inhabilitación absoluta
perpetua, siempre que el hecho no se halle comprendido en otra
disposición de este código, todo argentino o toda persona que deba
obediencia a la Nación por razón de su empleo o función pública, que
tomare las armas contra la Nación, se uniere a sus enemigos o les
prestare cualquier ayuda o socorro”, lo que efectivamente sucedió con
los terroristas que Righi generosamente liberó… y que, en su gran
mayoría, volvieron a atacar a las Instituciones de la Patria de
inmediato.
Poco después, ante las duras reprimendas del General Perón ~y siendo
un individuo tímido y excesivamente prudente como para enfrentarlo~
Esteban Righi huyó al exilio, donde convivió íntimamente con uno de los
hijos de Cámpora, Héctor Pedro, de su misma personalidad afectiva y
orientación licenciosa, lo que le ocasionó el escándalo y su primer
divorcio.
Una Nueva Oportunidad
Esteban Righi ganó prestigio internacional como defensor de presos y
perseguidos políticos durante su exilio en México, donde se refugió
después de pasar por el ministerio del Interior de Héctor Cámpora. Pero
no fueron sólo esas credenciales las que llevaron al jurista Righi al
cargo de la Procuración General de la Nación.
Righi pasó diez años en México, viviendo en el Distrito Federal,
donde fue docente en la Universidad Autónoma del país que lo cobijó. A
su regreso, en 1984, ganó por concurso la cátedra de Derecho Penal en la
Universidad de Buenos Aires. Abrió su estudio y siguió siempre
vinculado al peronismo. Una crónica de octubre de 1998 lo rescata entre
los participantes de un hecho que no llamó demasiado la atención en su
momento. Fue la creación del Grupo Calafate, un conglomerado de
políticos, intelectuales y técnicos pensado por Eduardo Duhalde como
“usina de ideas” para su enfrentamiento con Carlos Menem y finalmente
utilizado como plataforma de despegue por Néstor Kirchner, anfitrión de
aquel encuentro inaugural.
El “bebé” Righi es autor de nueve libros. Entre los más notorios hay
uno, de 256 páginas, que puede adquirirse en las librerías
especializadas al módico precio de 88 pesos. Se titula Derecho Penal. Y
está escrito en coautoría con aquel joven abogado a quien Righi invitó a
ser su profesor adjunto en la UBA hace 26 años: se trataba de Alberto
Fernández y ocupaba la oficina ubicada en Balcarce 50, Casa Rosada,
primer piso, despacho del Jefe de Gabinete.
Poco después, ante las duras reprimendas del General Perón ~y siendo
un individuo tímido y excesivamente prudente como para enfrentarlo~
Esteban Righi huyó al exilio, donde convivió íntimamente con uno de los
hijos de Cámpora, Héctor Pedro, de su misma personalidad afectiva y
orientación licenciosa, lo que le ocasionó el escándalo y su primer
divorcio.
De ese modo calculado, el jefe de los fiscales nacionales se ganó el
reconocimiento de sus promotores ?el matrimonio Kirchner? ejerciendo
su defensa en 2003 desvinculándolos en una causa sobre “enriquecimiento
ilícito” durante su paso por la gobernación santacruceña. Desde ese
momento, su estudio de abogados acumula la mayor representación legal de
funcionarios públicos y de jefes sindicales acusados de cometer actos
de corrupción, en los cuales se especializa.
El Estudio Righi está presidido por el mismo Esteban ?sin perjuicio
de sus funciones? e integrado por Federico Righi, hijo del procurador,
su segunda esposa, Ana García, y sus socios: Fabián Musso y Daniel
Carral. Paradójicamente esos cuatro personajes se ocupan de conseguir
que la Justicia absuelva a aquellos delitos que el mismo Gobierno dice
que está decidido a perseguir. Ubicado en la calle Libertad al 1000, el
buffet posee una cartera de clientes envidiable: desde el jefe de
Inteligencia del menemismo, Hugo Anzorreguy, imputado por el presunto
encubrimiento en la voladura de la AMIA, hasta la esposa del ministro
Julio De Vido, Alessandra Minicelli, involucrada por la venta irregular
de YPF. También el secretario de Comercio, Guillermo Moreno, por la
manipulación de los números del INDEC, y el intendente de Tres de
Febrero, Hugo Curto, por la compra de unos terrenos del Ejército. El
estudio jurídico Righi también cosechó frutos en territorio bonaerense.
Fabián Musso y Daniel Carral, socios del buffet de abogados,
representaron legalmente al intendente de Malvinas Argentinas, Jesús
Cariglino, preso casi un año por presunto fraude contra la
administración pública. Asesoraron también al jefe comunal de Ituzaingó,
Alberto Descalzo, a quien la Justicia investigaba por la presunta
proliferación de ñoquis en el municipio.
Siendo así, nuestro personaje es uno de los abogados penalistas
mejor cotizados de Buenos Aires, que desde su nombramiento ha
progresado y prosperado en la profesión. Sigue siendo profesor
universitario aquí y en México, y hombre de consulta más allá de esas
fronteras.
Cuando Kirchner lo propuso para ser el Procurador General de la
Nación, y con su aprobación encaminada en el Senado, Righi sacó a
relucir aquellas palabras que lo marcaron, las que pronunció ante la
plana mayor de la Policía Federal el 5 de junio de 1973 y por las que
hoy, todavía, tiene que rendir cuentas. Lo hizo al responder a las dos
impugnaciones que recibió su candidatura a la Procuración, que al mismo
tiempo cosechó ochenta adhesiones.
¿Y qué dijo Righi en sus años de teórico revolucionario? Por
ejemplo, que los deberes de la Policía son “respetar a sus
conciudadanos en cualquier circunstancia, considerar inocente a todo
ciudadano mientras no se demuestre lo contrario, comportarse con
humanidad inclusive frente al culpable”. Y también les dijo a los jefes
policiales, a la salida del gobierno militar iniciado por el golpe de
Estado contra el radical Arturo Illia en 1966, que “ningún atropello
será consentido, ninguna vejación a un ser humano quedará sin castigo,
en la Argentina nadie será perseguido por razones políticas”. De tal
obviedad nadie se puede sorprender. Claro que esas palabras, que hoy
cualquiera podría suscribir, tienen impregnado el recuerdo de otros
tiempos, que les dan otra dimensión. Tiempos de la lucha por el poder
entre las distintas facciones peronistas de los 70, de la violencia
como método de acción política, de las organizaciones paramilitares y
la guerrilla, y finalmente, el contragolpe del de Estado en defensa de
la República.
Extraño Representante De Los Intereses Del Estado Nacional
El Procurador General de la Nación, Esteban Righi, volvió a la
polémica con una resolución que apunta directo contra la tarea
investigativa del fiscal Manuel Garrrido. Sus aceitados contactos con el
universo político lo convirtieron en un funcionario de extrema
confianza del matrimonio presidencial. Y también en una herramienta
clave a la hora de tabicar el poder de inspección de la Justicia. En los
Tribunales respetan su capacidad académica, pero cuestionaron al
poderoso estudio de abogados que él creó y preside, desde el cual son
defendidos casi todos los funcionarios corruptos del gobierno.
“Encubrimiento agravado, incumplimiento de los deberes de
funcionario público, violación de tratados concluidos con naciones
extranjeras y presumible cohecho y tráfico de influencias judiciales”.
Esos son los presuntos delitos por los cuales fue denunciado hoy el
Procurador General de la Nación, Esteban Righi, a raíz de los recortes
presupuestarios a la Fiscalía Nacional de Investigaciones
Administrativas.
La denuncia, presentada ante la Cámara Federal, fue impulsada por el
abogado Alejandro Sánchez Kalbermatten, con el patrocinio legal de su
colega Rafael Díaz Flaque, quienes apuntaron contra “la proscripción
del titular de la Fiscalía de Investigaciones Administrativas, Manuel
Garrido, para participar en lo sucesivo en causas que involucren
corrupción de funcionarios”.
Según la denuncia, la decisión de Righi, conocida la semana pasada,
“ha acotado autoritariamente, las facultades del Fiscal de
Investigaciones Administrativas”, mediante “una arbitraria y estrecha
interpretación de la Ley Orgánica del Ministerio Publico”.
Sánchez Kalbermatten sostuvo, asimismo, que la resolución de la
Procuración tuvo “la exclusiva finalidad, políticamente impartida, de
impedir que se investiguen causas de corrupción y por consiguiente
permitir el afianzamiento de la impunidad“ y “va de contramano con
cualquier política de transparencia, y colisiona de manera directa con
los compromisos internacionales asumidos por la República Argentina”.
Sin embargo, Righi parece intocable. La Cámara Federal confirmó el
mes pasado el rechazo a la denuncia contra el Procurador General de la
Nación, Esteban Righi, por desempeñar supuestamente el cargo de jefe de
los fiscales y, al mismo tiempo, defender a imputados a través de su
estudio de abogados. En efecto, la Sala Segunda de la Cámara, con las
firmas de los jueces Horacio Cattani, Eduardo Farah y Martín Irurzun,
confirmó la decisión que había adoptado en primera instancia la jueza
María Servini de Cubría, quien rechazó la denuncia de Sánchez
Kalbermatten.
Recientemente otro abogado penalista presentó ante el Senado un
proyecto de ley para reestablecer la “independencia de la Fiscalía
General de Investigaciones Administrativas”, cuyas facultades fueron
recortadas la semana pasada por el Procurador General de la Nación,
Esteban Righi, quien echó a su titular, el Dr Manuel Garrido.
El abogado Guillermo Cascino presentó la iniciativa mediante una
nota dirigida al vicepresidente de la Nación, Julio Cobos, en su
calidad de titular del Senado.
“La plena independencia del Poder Judicial, como así también del
Ministerio Público, es condición esencial para el funcionamiento de la
república, y el no entenderlo así implica el liso y llano
quebrantamiento del espíritu de nuestro plexo constitucional”,
fundamentó el letrado que se dirigió ayer a Julio Cobos, en su calidad
como titular de la Cámara alta.
Esteban Righi ?famoso por sus arbitrariedades? intempestivamente
decidió restringir la capacidad de la unidad que dirigía el fiscal
Manuel Garrido para actuar en las causas que no fueron iniciadas por su
equipo. Esto significa que las casi cincuenta causas que Garrido había
iniciado contra funcionarios y amigos del poder quedarán
automáticamente congeladas. Entre ellas, la causa Skanska, el Indec, la
ex ministra de Economía Felisa Miceli y el actual secretario de
Transporte, Ricardo Jaime, lo que confirma que es sólo un empleado
jerarquizado de los Kirchner.
En su presentación, Cascino calificó la resolución del procurador
como “un error insalvable para la confianza que el pueblo de la nación
debe tener sobre sus autoridades y tiñe de oscuridad a la actuación de
quienes tienen el sagrado deber de llevar adelante sus políticas en pos
del bien común y la transparencia de la gestión pública”.
“Hay impunidad y ya no queda ningún órgano especializado que
investigue hechos de corrupción en la Argentina”, advirtió el depuesto
Garrido.
La Fiscalía de Investigaciones Administrativas “debe ser plenamente
independiente del poder de administración y de representación en
nuestro sistema democrático republicano y debe ser por elección y no
por designación, lo que garantizaría la igualdad ante la ley de toda la
comunidad”, concluyó la iniciativa.
Nadie Controla Más La Gestión Del Procurador
Antes de terminar de vaciar su escritorio y desocupar su despacho,
dijo el Dr Garrido: «Resuenan en mi mente las palabras vertidas hace
casi ya cien años por el destacado jurista y político brasileño Rui
Barbosa ante el Senado de su país: “De tanto ver triunfar las nulidades,
de tanto ver prosperar la deshonra, de tanto ver crecer la injusticia,
de tanto ver agigantarse los poderes en manos de los malos, el hombre
llega a desanimarse de la virtud, a reírse de la honra, a tener
vergüenza de ser honesto”.»
¿Quién controlará ahora los actos de Esteban Justo Righi?
Absolutamente nadie. Sus procedimientos administrativos deberían estar
bajo la lupa de una comisión bicameral del Congreso. Pero esa
institución parlamentaria, prevista en la ley 24.946 de creación de la
Procuración General de la Nación, nunca fue creada. Esas masacres fueron
perpetradas ?nada más ni nada menos? por los mismos criminales
convictos a quienes el “bebé” Righi, cómplice y socio del actual régimen
neo-montonero, les abrió ?incondicionalmente? el portón de la prisión
de Villa Devoto para que volviesen a asesinar.
Conclusiones
Según la Ley, desde los comienzos de la organización institucional
(1853-60) la administración de justicia es una función desempeñada de
modo concurrente entre la Nación y las provincias. En el orden nacional,
dicha tarea ha sido asignada conjuntamente al Poder Judicial de la
Nación y al Ministerio Público de la Nación.
El Dr Esteban Righi, que está al frente de la Procuración General de
la Nación, ?que instruye a todas las Fiscalías Federales? es el
contrapeso necesario para el Consejo de la Magistratura, influido por
los Doctores Diana Conti y Carlos Kunkel, que controla ?a su vez? a
todos los jueces federales de la Nación. Si así no estuvieran
canalizados los asuntos jurídicos de la República, no habría forma de
que se verifique la implacable eficiencia de la vindicta montonera.
Así como en 1973 el Ministro del Interior camporista ?Esteban Righi?
defendió el indulto de la totalidad de los terroristas condenados por
crímenes confesos ?con más furia que una hiena a sus cachorros? de 1990
en adelante Diana Conti, luego Subsecretaria de DDHH de De la Rúa y
Secretaria de DDHH en la época del Presidente Duhalde, propició también
el indulto de los criminales del movimiento subversivo “Todos por la
Patria” ?con la pasión de una perra en celo. Cada uno ?a su modo? arguyó
“la necesidad de la pacificación de los argentinos sin retrospectivas
negativas que estanquen al país y una mirada sin rencores hacia el
futuro”.
Sin embargo ….en sus respectivas funciones actuales? hacen exactamente lo contrario.
Tanto Victoria Paz, la atónita huérfana del masacrado ingeniero José
Mª Paz; como Maby Picón, la viuda del Capitán Humberto Viola ?a quien
durante un régimen democrático le mataron a su marido y a su hija más
pequeña?; así como también Arturo Cirilo Larrabure ?hijo del héroe y
mártir Coronel Argentino del Valle Larrabure?; o el huérfano del
arteramente asesinado Teniente Coronel Néstor López, fueron privados de
sus seres queridos por las descargas asesinas de los criminales que
Righi dejó en libertad.
Ellos están cada vez más desconcertados por la sistemática
desestimación de sus reclamos de Justicia en razón de las expresas
instrucciones del Procurador General Righi de negar toda investigación
por los crímenes del terrorismo, al considerarlos prescriptos. En una
palabra, las víctimas del terrorismo son los “desaparecidos” de la
“democracia K”.
Righi deja así impunes 22.000 atentados subversivos que causaron dos
mil muertos y más de doce mil heridos o inválidos vitalicios ?siendo
el 40% civiles inocentes? mientras persigue implacablemente a los
uniformados, atiborrando las mazmorras del Servicio Penitenciario
Federal con casi 800 viejos Soldados, aquellos hombres que, cumpliendo
la Ley y las órdenes reglamentarias se enfrentaron, a la buena de Dios,
con la agresión terrorista en los años ´70 para proteger a la sociedad y
a la Nación.
Esas masacres fueron perpetradas ?nada más ni nada menos? por los
mismos criminales convictos a quienes el “bebé” Righi, cómplice y socio
del actual régimen neo-montonero, les abrió ?incondicionalmente? el
portón de la prisión de Villa Devoto para que volviesen a asesinar.
Autor: Dr Carlos Marcelo Shäferstein
"NOTICIAS DE LA GUERRA"...Esteban Righi...Lo conocès?...Este personaje no muriò, solo renunciò, ahora preguntate: ¿ que hacia en el gobierno semejante personaje?...Vos lo votaste...Comentado y publicado por Miguel...
http://porlamemoria-miguel.blogspot.com
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