Algunas consideraciones militares.
En estos ataques hubo un patrón táctico aplicado sistemáticamente:
1- Efectuaban los ataques en fines de semana.
2- Por la noche.
3- Utilizando falsos uniformes del Ejército.
4-
Utilización de militantes cumpliendo el servicio militar obligatorio
que les proporcionaban sencillos pero esenciales datos de Inteligencia y
facilitaban el acceso coincidiendo con sus turnos de guardia.
Lo
sorprendente es que el Ejército fue incapaz de neutralizar estas
tácticas que conforman el ABC de los manuales de guerrilleros y
comandos. No se tomaron elementales medidas de seguridad, como aumentar
las dotaciones de retén y guardia los fines de semana (hubo un caso en
que había un solo oficial de guardia: un teniente).
O proteger las Armerías con guardias de suboficiales, o con puertas de
seguridad electrónica como las utilizadas por los bancos. No se
instalaron circuitos de video-vigilancia ni se minó el perímetro de los
cuarteles. Tampoco pudo su Inteligencia impedir la infiltración de
soldados enemigos, y no logró infiltrarse en la profundidad del ERP
hasta finales de 1975: Monte Chingolo. Esta desidia paralizante duró...
seis años. Si el ataque de Monte Chingolo no hubiera sido delatado, el
ERP se habría apoderado de 20 toneladas de armas.
La sociedad se
preguntaba cómo podía garantizar la soberanía nacional un Ejército
incapaz de impedir que civiles armados coparan sus cuarteles, les
causaran bajas, capturaran a sus oficiales y vaciaran sus arsenales.
Algo que aún hoy sigue provocando estupor en analistas e historiadores.
Tampoco
la Armada y la Fuerza Aérea pudieron garantizar la seguridad de sus
buques y aviones. El 22 de agosto de 1975, un comando de buzos
montoneros consiguió burlar la seguridad de la fragata misilística
Santísima Trinidad atracada en los Astilleros Navales de Río Santiago,
en Ensenada, colocando bajo el casco 170 kilos de sofisticados
explosivos utilizados para demoliciones submarinas. El buque no se
hundió, pero la estructura del casco sufrió importantes daños.
Seis
días después, el 28 de agosto, Montoneros también burló la seguridad de
la Fuerza Aérea volando con 160 kilos de explosivo exógeno C-2 que
ellos fabricaban con tecnología propia -hasta el punto de que le
montaron una fábrica a la OLP de Arafat durante la guerra del Líbano- la
pista del Aeropuerto 'Teniente Matienzo' de Tucumán, cuando despegaba
un Hércules C-130 con 114 efectivos de la Gendarmería Nacional que
regresaban a su cuartel en San Juan tras haber operado contra el ERP en
los montes tucumanos. Con sus tanques repletos de combustible, el avión
se convirtió en una gigantesca bola de fuego que dejó un saldo de 6
gendarmes muertos y otros 60 heridos con espantosas quemaduras.
El
15 de marzo de 1976 los montoneros estacionaron y estallaron un
coche-bomba con falsa matrícula militar junto a la entrada del Comando
General del Ejército cuando entraba un grupo de jefes y oficiales que
sólo resultaron heridos. El 29 de abril adosaron cargas explosivas,
descubiertas a tiempo, en seis cazabombarde-ros Mirage en la VIII
Brigada Aérea de J.C. Paz, en Buenos Aires. En octubre colocaron una
carga explosiva destinada al general Videla nada menos que en la
guarnición de Campo de Mayo; y otra en el Círculo Militar, que provocó
graves heridas a 60 militares retirados y familiares.
En
diciembre de ese año, finalmente, volaron una sala del Ministerio de
Defensa matando a 14 jefes y oficiales de Inteligencia e hiriendo a
otros 30. Su último atentado contra unas instalaciones militares
increíblemente vulnerables, se produjo el 5 de abril de 1977, cuando una
montonera (hija de un brigadier)
logró introducir y hacer estallar una bomba de Trotyl en el edificio
Cóndor, sede del Estado Mayor General de la Fuerza Aérea, que
sorprendentemente no provocó víctimas. El ERP, por su parte, el
18.02.1977 hizo estallar 105 kilos de explosivos bajo la pista del
Aeroparque 'Jorge Newbery' cuando despegaba el avión presidencial con el
general Videla a bordo. Fallaron por pocos segundos.
También hubo dos ataques al Ejército que no hemos incluido en la serie anterior por no tratarse de copamiento de unidades.
El 29 de abril de 1971 las FAR asaltaron en Pilar (Bs. As.)
un camión del Ejército, hiriendo y luego rematando al teniente 1º Mario
César Azúa. También hirieron al soldado Hugo Vacca que quedó
parapléjico y falleció en 1975. Se llevaron 196 pistolas, 3 fusiles FAL y
2 subfusiles PAM.
Conviene hacer un inciso para recordar quienes
eran aquellos 'jóvenes idealistas' o 'guerrilleros románticos'. Según
la investigación hecha por el SIE, el teniente Azúa fue rematado por
Sara Solarz de Osatinsky a la que también atribuyeron haber dado el tiro
de gracia al policía Esteban Sullings durante la toma de Garín y al
guardia Juan Valenzuela durante la fuga del penal de Rawson en 1972.
Años después fue capturada por los marinos de la ESMA y la integraron en
el llamado Staff: prisioneros que, además de delatar nombres y
domicilios, realizaron tareas auxiliares: confeccionar dossiers de
prensa y redactar análisis políticos que terminaban en el despacho del
almirante Massera, empeñado entonces en organizar un partido político a
partir de los grupos montoneros refugiados en México, España, Italia y
Francia al mando de Firmenich, con quien se reunió en París para
exponerle su proyecto.
Algunos de aquellos oficiales montoneros
que integraron el Staff fueron: Pilar Calveiro, actual catedrática de
Ciencias Políticas en la Universidad Autónoma de México; Graciela
Beatriz Daleo, socióloga, participa en cátedras libres sobre Derechos
Humanos; Martín Tomás Gras, subsecretario de Promoción de Derechos
Humanos y asesor del Ministerio de Defensa en Doctrina Política de la
Defensa Nacional; Lila Pastoriza de Jozami; Miriam Liliana Lewin,
periodista, ex secretaria de Massera y traductora para el Centro Piloto
de París montado por la Armada según su testimonio ante el juez León
Carlos Arslanián; Norma Susana Burgos, Noemí Actis Goretta, Mercedes
Inés Carazzo, y Anita Dvantman, que terminó casándose y teniendo dos
hijos con su interrogador, teniente de fragata Jorge Rádice.
Testimonio de Miriam Lewin:http://web.archive.org/web/20060427184329/http://www.nuncamas.org/testimon/lewin.htm
Otros
prisioneros del Staff fueron 'doblados' y pasaron a operar para el
Grupo de Tareas. Como Silvia Labayrú, que introdujo al teniente Astiz
entre las Madres de Plaza de Mayo presentándolo como su hermano, y
asistió a cuatro reuniones con colaboradores de las Madres que luego
fueron secuestrados: su declaración legajo 6838-Conadep, Nunca Más, pág.
136.
También
hubo un Mini Staff de montoneros doblados hasta el punto de interrogar y
torturar a sus antiguos compañeros. En 1977 fueron integrados como
suboficiales en el Servicio de Información Naval. Uno de ellos fue
Máximo Nicoletti, el buzo montonero que dinamitó el destructor Santísima
Trinidad.
El otro ataque se produjo el lunes 18 agosto de 1975.
Cuando el capitán Miguel Alberto Keller, acompañado de un suboficial y
cinco soldados, se disponía a entrar en el Tiro Federal a bordo de una
camioneta del Ejército para efectuar una comprobación técnica de
armamento, se le acercó un individuo uniformado y con grado de teniente
coronel. Como era preceptivo, el capitán descendió del vehículo para
presentarse, momento en que fue asesinado por un comando del ERP que
tras reducir al suboficial y a los soldados huyó llevándose la camioneta
cargada con 70 FAL, 4 FAP y 21 pistolas. El presunto teniente coronel
resultó ser el jefe del comando, y un soldado fue el entregador. Días
después la Policía Federal recuperó 23 fusiles, detuvo a 10 erpianos y
dio muerte en enfrentamiento al soldado cómplice.
Algunas consideraciones históricas y políticas.
Uno
de los argumentos más utilizados por las izquierdas argentinas para
calificar como 'terrorismo de Estado' la ofensiva contraterro-rista
llevada a cabo por las Fuerzas Armadas, consiste en citar los casos de
organizaciones terroristas de otros países, como la alemana RAF y/o
banda Baader-Meinhof, o la italiana Brigadas Rojas, que 'fueron
desarticuladas por las fuerzas policiales, juzgadas y encarceladas en el
marco de la legalidad y un Estado de derecho', dicen.
Otro
sofisma disparatado, porque la banda alemana original (luego sus
seguidores operaron durante varios años pero con poca intensidad)
quedó definitivamente derrotada cuando cuatro de sus jefes fueron
asesinados en la cárcel de máxima seguridad de Stammheim, Stuttgart, el
18.10.1977:
Andreas Baader y Jan Carl Rasper fueron hallados en sus celdas con un disparo en la cabeza.
Gudrun Ensslin, ahorcada.
Irmgard Möller, acuchillada, pero sobrevivió.
Ulrike Meinhof ya se había "ahorcado" en 1976.
Esto,
que los mediocres sofistas silencian sin ruborizarse, sucedió en un
Estado tan de derecho y democrático como la República Federal Alemana
que presentó las muertes como un 'suicidio colectivo'.
Obviamente,
este argumento 'legalista' es una de las tantas artimañas del discurso
izquierdista para ocultar su responsabili-dad, confundir a la opinión
pública y demonizar a las Fuerzas Armadas.
Su origen fue el Prólogo falso y manipulador del Nunca Más,
escrito por el marxista Ernesto Sábato, que junto con Borges almorzó y
departió una larga sobremesa en la Casa Rosada con el general Videla y
el general Jorge Villarreal el 19.05.1976. "Un hombre culto, modesto e
inteligente" dijo de Videla a la salida. Y en 1978 declaró a la revista
alemana GEO que "la mayoría de los argentinos rogaba casi por
favor que las Fuerzas Armadas tomaran el poder para terminar con ese
vergonzoso gobierno de mafiosos (...)
una época en la que los extremistas de izquierda habían llevado a cabo
los más infames secuestros y los crímenes monstruosos más repugnantes".
Concluyendo: "Sin duda alguna, en los últimos meses muchas cosas han
mejorado en nuestro país, las bandas terroristas han sido puestas en
gran parte bajo control".
Después de aquel histórico almuerzo, un
Borges seducido por el anfitrión declaró: "Le agradecí personalmente el
golpe del 24 de marzo que salvó al país de la ignominia, y le manifesté
mi simpatía por haber aceptado las responsabilidades del gobierno".
(La Voluntad, Caparrós y Anguita, tomo 3, pág. 72)
Por
lo demás, resulta sarcástico escuchar las palabras Legalidad y Estado
de Derecho en boca de la izquierda argentina que se alzó en armas contra
siete gobiernos constitucionales: Frondizi, Illia, Cámpora, Lastiri,
Perón, 'Isabel' Perón y Alfonsín. Desde Masetti hasta Gorriarán Merlo.
Marxismo y Estado de Derecho es una contradicción en los términos,
puesto que la doctrina persigue la destrucción del Estado burgués y su
Derecho: superestructuras jurídicas de la explotación capitalista.
El sibilino argumento de 'represión legal' omite mencionar datos esenciales:
1-
Las organizaciones terroristas argentinas eran incomparable-mente más
peligrosas para el Estado que las europeas citadas (que no sumaban más
de 100 activistas entre las dos) tanto en número de efectivos (unos
7.000 entre combatientes y 'políticos'; o ejército, milicias y partido) como en poder de fuego, servicios y logística: fábrica de subfusiles, lanzagranadas y explosivo plástico de Montoneros.
2-
Su accionar formaba parte de una ofensiva revolucionaria continental en
la que participaban otras fuerzas como Tupamaros, FARC, ELN, etc. No es
posible extendernos aquí sobre los contactos que mantenían entre sí
estas organizaciones, ni el papel coordinador y de entrenamiento militar
jugado por Cuba.
3- No practicaban un terrorismo clásico (sólo desestabilizador)
como sus camaradas europeos, sino uno funcional al proyecto estratégico
de fundar un ejército guerrillero regular, tomar el poder y hacer de
Argentina un Estado socialista. Nada de esto formaba parte de los
objetivos, y no digamos de las posibilidades, de las bandas europeas
mencionadas.
Más aún: hoy está probado que la Baader-Meinhof de la
República Federal Alemana era una 'orga' de la Stasi (Ministerio de
Seguridad del Estado)
de la comunista República Democrática Alemana. Y en cuanto a las
Brigadas Rojas, también están probadas judicialmente sus vinculaciones
con la Mafia, y con los servicios secretos que les utilizaron para
asesinar a Aldo Moro. Tal como hizo Montoneros con Aramburu.
4-
Sus estructuras, fuerzas y poder de fuego no eran ni remotamen-te
comparables a las de aquellas bandas de pistoleros. Eran fuerzas
paramilitares (ERP)
equipadas con armamento capturado al Ejército Argentino, encuadradas en
seis compañías de 100 combatientes y con oficiales entrenados por un
ejército profesional (Cuba) para operaciones de asalto y combate urbano.
Y para maniobrar como guerrillas en los montes de Tucumán.
Montoneros,
por su parte, operaba con pelotones urbanos armados con fusiles de
asalto, Itakas, subfusiles, lanzagranadas RPG.7 y granadas de mano.
Asimismo, ambas organizaciones se estructuraban con una red de servicios
y logística propia de un ejército clandestino: seguridad, inteligencia,
comunicaciones, transporte, escuelas de formación política y militar,
relaciones internacionales, imprenta, prensa, sanidad, finanzas,
arsenales, cárceles y fábricas de uniformes, armas y explosivos. Estas
complejas estructuras funcionaban gracias a una rígida disciplina
articulada por escalas jerárquicas, reglamentos, y tribunales que en
ocasiones emitieron condenas de muerte.
5- Como consecuencia de
todo lo anterior -que podría ampliarse- a diferencia de las pequeñas
sectas terroristas europeas, las organizaciones armadas argentinas
estructuradas como fuerzas paramilitares, aunque también operaban como
terrorismo clásico, estuvieron en condiciones de desencadenar y mantener
durante once años una guerra revolucionaria.
Tampoco vale
aplicar el criterio de 'represión legal' a la ETA o al IRA pues ambas
organizaciones independentistas practicaban un terrorismo clásico
(desestabilización complementaria a un accionar político)
con explosivos y ejecuciones del tipo 'tiro en la nuca'. Obviamente,
ninguna de las dos poseían unidades de combate paramilitares, ni
desataron una guerra revolucionaria.
Durante toda su larga historia,
los etarras se entregan sin disparar cuando son capturados. En 50 años
han tenido ¡2 bajas! Una terrorista que rompió esta norma en su arresto,
y otra despedazada por la bomba que preparaba. ETA nunca entró en
combate. Nunca, ni una sola vez, se enfrentó a balazos con la policía o
guardia civil. Y tienen subsfusiles y pistolas. La razón es muy simple y
lógica: optaron por el fugaz 'tiro en la nunca' en la calle. Y luego, y
hasta ahora, por los atentados con coche bomba pues sus efectos son
devastadores y no provoca bajas propias. El IRA aplicaba el mismo
criterio de eludir enfrentamientos armados con las fuerzas británicas.
En
Argentina, la guerra revolucionaria hizo finalmente inevitable que la
contraofensiva del Estado fuera por medio de sus Fuerzas Armadas, pues
las policiales fueron desbordadas durante seis años. Y que, como en toda
situación de guerra interior, las Fuerzas Armadas procedieran a
aniquilar a las fuerzas revolucionarias alzadas contra el Estado.
Cuando
un Ejército entra en operaciones lo hace para aniquilar a la fuerza
enemiga, no para detener a sus efectivos y entregarlos a los jueces.
Por
durísima que haya sido la respuesta militar, no puede negarse que las
Fuerzas Armadas actuaron desde el primer decreto de febrero de 1975
(Operativo Independencia)
y el segundo del 6 de octubre de ese mismo año, dentro de la más
estricta legalidad determinada por la Constitución: subordinadas al
presidente de la República, su comandante en jefe.
Especular
sobre si esa aniquilación debió llevarse a cabo mediante el fusilamiento
de los prisioneros tras juicios de guerra en lugar de ejecutarlos
clandestinamente, es un debate sin sentido y estéril; porque el método
elegido es accesorio a lo fundamental: que el gobierno constitucional de
la Nación, hay que repetirlo, ordenó aniquilar la subversión. La opción
de encarcelar a los terroristas fue descartada porque el Estado no
podía arriesgarse a que más tarde un gobierno izquierdista, como el de
Cámpora, decretara una segunda Amnistía y volviera a recomenzar la
pesadilla.
El desarrollo militar alcanzado en 1975 por la
subversión armada obligó a dar una respuesta definitiva a seis años de
ofensiva revolucionaria. Argentina no sería la Cuba del sur; ni la
Colombia de las FARC. Esa era la situación entonces. En términos de
seguridad nacional interior y exterior.
En consecuencia, el
llamado Terrorismo de Estado sólo es una metáfora funcional a la
propaganda política, pues no existió tal cosa sino precisamente todo lo
contrario: Contraterrorismo de Estado.
Y bajo un Estado de guerra interior reconocido como tal por un gobierno constitucional.
Asunto
de vital importancia, pues la política de derechos humanos del régimen
Kirchner niega tal escenario guerracivilista, ya que reconocerlo
obligaría a juzgar a los militares por el Derecho de la Guerra, y no por
el Derecho de la Paz.
Es la maniobra jurídica para no considerar crímenes de guerra y 'lesa humanidad' (no prescriptibles) a los cientos de asesinatos cometidos por la izquierda terrorista, sino delitos 'comunes' que han prescripto.
La
definición de conflicto armado interno establecida por la Segunda
Convención de Ginebra en 1949 se ajusta al caso argentino, en particular
a las operaciones del ERP en Tucumán.
Respecto al Estatuto de
Roma, éste tipifica como crímenes de lesa humanidad los ataques
generalizados y sistemáticos contra la población civil llevados a cabo
por fuerzas del Estado, lo cual garantiza la impunidad penal para las
fuerzas insurgentes, terroristas, etc. Gracias a esta doctrina jurídica,
de clara vocación izquierdista, tres oficiales superiores de la
Conducción Nacional del Ejército Montonero responsable de unos 500
asesinatos y homicidios, están en libertad: Mario Eduardo Firmenich,
Fernando Vaca Narvaja y Roberto Perdía.
Resumiendo: el golpe de
Estado del 24 de marzo de 1976 interrumpió la continuidad del orden
político institucional, pero las operaciones contraterroristas
continuaron siendo legales porque fueron decretadas por un gobierno
constitucional, ratificadas por el Congreso y recibidas con alivio por
los partidos políticos, los sindicatos, las asociaciones empresariales,
la prensa y la sociedad en general. Es Historia.
Por lo tanto,
sus presuntos crímenes deberían ser juzgados en el marco de las
Convenciones de Ginebra, ya que no realizaron 'ataques generalizados y
sistemáticos contra la población civil', sino contra miembros de fuerzas
insurgentes que en modo alguno pueden ser considerados civiles.
¿Alguien en su sano juicio consideraría civiles a los guerrilleros del
Viet Cong, de las FARC o de Hezbollá?
La clave de aquella etapa
histórica, por consiguiente, debe buscarse en las relaciones de
causa-efecto. En la guerra revolucionaria que las izquierdas
desencadenaron entre abril del 69 y noviembre del 79; una Guerra en la
que sólo murieron ochenta militares y policías menos que los 631
militares en las Malvinas.
De estos diez años y siete meses de
'guerra sucia' y terrorismo contra el Estado y la población civil
deberían hablar las izquierdas; pero carecen de la nobleza intelectual y
moral necesarias para admitir su responsabilidad penal y política, y
pedir perdón a las familias de sus víctimas: esos 762 civiles y
funcionarios militares y policiales del Estado que asesinaron,
desaparecieron de la vida, en nombre de una ideología enloquecida y
mesiánica de guerra de clases y dictadura del proletariado. Y a todo el
pueblo argentino, por querer poner una parte del territorio patrio al
servicio mercenario de la expansión ideológica y militar de Cuba y la
URSS.
Cegadas por una omnipotencia alimentada por el fanatismo y
las fantasías neuróticas sobre el paraíso socialista, las sectas
guevaristas de los setenta, despreciadas por la clase obrera que jamás
les reconoció como 'vanguardia', se autolegitimaron como ángeles
exterminadores al servicio de las sagradas leyes marxistas de la
Historia. Y confundiendo la realidad con sus deseos voluntaristas, se
creyeron en condiciones de desafiar militarmente al Estado argentino, a
los profesionales de la guerra.
En realidad, la izquierda terrorista argentina de los años setenta no fue aniquilada. Se suicidó.
_ _ _
Para
no extendernos más en el Epílogo, hemos omitido mencionar la
intervención de militares cubanos en las guerrillas de Venezuela (1962),
Argentina (1964) y Bolivia (1967), así como el papel desempeñado por el
régimen castrista en la gestación de la Guerra Revolucionaria Argentina
(1969-1979).
Fuente: TERMIDORIANOS
Por la Verdad Histórica...Comentado y publicado ppor Miguel...
http://porlamemoria-miguel.blogspot.com
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