Entrevista A Eugenio Aramburu
Por Pablo Mendelevich (2006)
El hijo del general Pedro Eugenio Aramburu cuestiona la reivindicación setentista del Gobierno [de Néstor Kirchner] y llama a la reconciliación
Eugenio Aramburu pone como ejemplo a Michelle Bachelet
Si es verdad que en 1970 el secuestro y asesinato del general Pedro Eugenio Aramburu marcó el comienzo de la espiral de violencia cuyas secuelas aún gravitan en el país de manera traumática, el doctor Eugenio Aramburu, hijo del ex presidente, bien podría ser considerado la segunda víctima de la década más trágica de la historia.
A los 67 años, cuando ya ha vivido más tiempo sin su padre que con él, Aramburu reflexiona sobre la digestión del pasado individual y colectivo a propósito del reverdecimiento de las tensiones originadas en los setenta. "Mire usted a la presidenta Michelle Bachelet -dice mientras se le toman las fotos-, cuyo padre fue asesinado durante el gobierno de Pinochet: ella fue encarcelada, torturada, tuvo que vivir en el exilio y, sin embargo, su actitud no es de persecución sino de tratar de darle un sentido positivo a su sufrimiento."
- ¿Cómo apreció usted el acto de plaza San Martín del 24 de mayo?
-Cuando se intenta presentar al terrorismo como algo altamente positivo se despierta necesariamente la reacción de los que han sufrido y padecido el terrorismo en carne propia. Los dos extremos, tanto la exaltación del terrorismo como de la lucha contra el terrorismo y la defensa indiscriminada de todo lo que se hizo, no producen ningún bien. El Gobierno tiene un gran margen de responsabilidad en esto. Hay muchos militantes del terrorismo que están ocupando posiciones importantes y que, seguramente, utilizan el poder y la fuerza que les da la función pública para presentar su pasado en una posición maquillada que los hace aparecer mejores de lo que en realidad fueron.
- ¿Y el acto del Día del Ejército?
-Cuando han pasado 36 años desde 1970, el Presidente le manifiesta al Ejército, que es el Ejército de él y de todos nosotros, que no le tiene temor. Me produjo la impresión de que el Presidente estaba encriptado en los años setenta y que él veía en el Ejército de hoy al Ejército de Videla. Estaba viendo al Ejército que había reprimido al terrorismo. Y lo veía desde la óptica de los terroristas que habían sido vencidos por ese Ejército.
- Alguien podría decir que en un país que ha tenido tantos golpes de Estado, con tantos presidentes constitucionales derrocados, que el Presidente diga que no les tiene miedo a los militares también tiene una lógica histórica.
-Creer hoy que las Fuerzas Armadas pueden protagonizar un golpe de Estado es creer en los Reyes Magos o en los siete enanitos. El mundo ha cambiado. Pero, además, esto no se da en forma aislada. Fíjese que el anuncio de que van a suprimir los liceos militares entra en este contexto que le estoy señalando. La misma designación de Nilda Garré como ministra de Defensa, quien estuvo estrechamente vinculada con las organizaciones terroristas -era la mujer de Abal Medina-, tiene una connotación clara.
- ¿Ud. diría que la reunión en la plaza San Martín fue un acto de contenido político?
-Todo lo que hacen los seres humanos tiene un claro significado político. ¿Si esto persigue un fin electoral? Resueltamente no. Creo que es una reacción de la gente que está en la vereda de enfrente de lo que es el terrorismo. Y es útil recordar una tercera mentira. Los terroristas trataron de infiltrarse en el peronismo, de disfrazarse de peronistas. Claramente no lo eran. Y Perón, un hombre muy sagaz, lo advirtió y les sacó el disfraz cuando advirtió que se le habían metido adentro del peronismo, los echó y los persiguió, para usar palabras de él, como a ratas.
- Lo que complica todo, doctor, es que al terrorismo le sucedió el terrorismo de Estado.
-Por supuesto. El terrorismo de Estado es terrible. De ninguna manera pretendo convalidar la tortura o el crimen y mucho menos en cabeza de las Fuerzas Armadas, porque lo primero que tiene que tener un oficial es un alto sentido del honor. Pero el terrorismo, además de que utiliza el terror para someter a la gente, envilece a la sociedad porque en gran medida genera la tentación de combatirlo por los mismos medios, es terriblemente corrosivo.
- El Gobierno dice ahora que por razones de disciplina militar no puede permitir que vaya personal uniformado a un acto político sin autorización de sus superiores y los sanciona.
-Y está bien que los sancione. Pero eso es ir a las consecuencias que generan los hechos. Tampoco uno puede estar permanentemente calentando la pava para que se produzcan desbordes de agua por arriba.
- ¿Qué cree que quiere hacer Kirchner con las Fuerzas Armadas?
-Yo no creo que el Presidente sea un ideólogo sino un pragmático. Pragmático en el sentido de que todos los días toma medidas que cree que le caen bien a la sociedad argentina. Frente a la realidad distorsionada que tenemos, donde se sigue batiendo el parche en contra de las instituciones militares, a lo mejor desde el punto de vista pragmático es redituable enfrentar a las Fuerzas Armadas.
-Hay que admitir que el Presidente heredó un problema no resuelto, con el punto final, la obediencia debida, los indultos y las marchas y contramarchas de la Justicia. ¿Qué piensa que debió haber hecho Kirchner?
-Cuando se sancionaron las leyes de amnistía yo públicamente me opuse, porque dejaron en libertad a los terroristas que habían matado a mi padre y a los responsables de episodios reprobables por parte de las Fuerzas Armadas que combatieron al terrorismo
- Primero estuvo el enjuiciamiento simultáneo ordenado por Alfonsín a los ex comandantes y a los líderes guerrilleros. ¿Sobre eso qué opinión tuvo?
-Que hizo lo que correspondía; yo estuve de acuerdo. Estuve en contra de las amnistías.
- En este punto, entonces, coincide con los organismos de derechos humanos.
-Por supuesto. Pero yo condenaba tanto la liberación de los terroristas como la de los jefes militares que habían sido encontrados responsables de estos hechos con razón o sin razón, mientras que los organismos de derechos humanos lo único que condenan es la liberación de la gente del bando que está enfrente.
-Pero fíjese que hay matices, también, dentro de los organismos de derechos humanos. Las Madres de Plaza de Mayo, o Hebe de Bonafini, reivindican abiertamente la actuación de la guerrilla. Las Abuelas, no.
-Por supuesto que hay gente que ha sufrido la violencia del Estado en la represión y que tiene una actitud similar a la que puedo tener yo, en cuanto a darles a los padecimientos un sentido positivo.
- La equiparación del terrorismo con el terrorismo de Estado, algo que se ha dado en llamar la teoría de los dos demonios, irrita especialmente al Gobierno, que incluso viene de insertarle un nuevo prólogo al Nunca Más para despotricar contra ese enfoque. ¿Ud. está de acuerdo con la teoría de los dos demonios?
-Son dos cosas que no se pueden mensurar. La represión de Estado y el terrorismo son dos temas heterogéneos. Pretender meterlos en la misma balanza lleva a un dilema que no tiene solución. Nadie puede pretender reivindicar el terrorismo y nadie puede pretender reivindicar la tortura, la muerte o el robo como medio legítimo de represión del terrorismo.
- Una disyuntiva que parece plantearse hacia adelante es cómo harán los militares para rendir homenaje a los muertos sin que ello se transforme en actos reivindicativos del terrorismo de Estado.
-Esto responde a la mentira original. Las víctimas del terrorismo no son privilegio de los militares; toda la sociedad fue atacada. En la condena al terrorismo y en el recuerdo a los muertos por el terrorismo no debe verse una reivindicación ni una exaltación del terrorismo de Estado.
Fuente: La Nación, jueves 4 de junio 2006. Foto: Fabián Marelli
Por Pablo Mendelevich (2006)
El hijo del general Pedro Eugenio Aramburu cuestiona la reivindicación setentista del Gobierno [de Néstor Kirchner] y llama a la reconciliación
Eugenio Aramburu pone como ejemplo a Michelle Bachelet
Si es verdad que en 1970 el secuestro y asesinato del general Pedro Eugenio Aramburu marcó el comienzo de la espiral de violencia cuyas secuelas aún gravitan en el país de manera traumática, el doctor Eugenio Aramburu, hijo del ex presidente, bien podría ser considerado la segunda víctima de la década más trágica de la historia.
A los 67 años, cuando ya ha vivido más tiempo sin su padre que con él, Aramburu reflexiona sobre la digestión del pasado individual y colectivo a propósito del reverdecimiento de las tensiones originadas en los setenta. "Mire usted a la presidenta Michelle Bachelet -dice mientras se le toman las fotos-, cuyo padre fue asesinado durante el gobierno de Pinochet: ella fue encarcelada, torturada, tuvo que vivir en el exilio y, sin embargo, su actitud no es de persecución sino de tratar de darle un sentido positivo a su sufrimiento."
- ¿Cómo apreció usted el acto de plaza San Martín del 24 de mayo?
-Cuando se intenta presentar al terrorismo como algo altamente positivo se despierta necesariamente la reacción de los que han sufrido y padecido el terrorismo en carne propia. Los dos extremos, tanto la exaltación del terrorismo como de la lucha contra el terrorismo y la defensa indiscriminada de todo lo que se hizo, no producen ningún bien. El Gobierno tiene un gran margen de responsabilidad en esto. Hay muchos militantes del terrorismo que están ocupando posiciones importantes y que, seguramente, utilizan el poder y la fuerza que les da la función pública para presentar su pasado en una posición maquillada que los hace aparecer mejores de lo que en realidad fueron.
- ¿Y el acto del Día del Ejército?
-Cuando han pasado 36 años desde 1970, el Presidente le manifiesta al Ejército, que es el Ejército de él y de todos nosotros, que no le tiene temor. Me produjo la impresión de que el Presidente estaba encriptado en los años setenta y que él veía en el Ejército de hoy al Ejército de Videla. Estaba viendo al Ejército que había reprimido al terrorismo. Y lo veía desde la óptica de los terroristas que habían sido vencidos por ese Ejército.
- Alguien podría decir que en un país que ha tenido tantos golpes de Estado, con tantos presidentes constitucionales derrocados, que el Presidente diga que no les tiene miedo a los militares también tiene una lógica histórica.
-Creer hoy que las Fuerzas Armadas pueden protagonizar un golpe de Estado es creer en los Reyes Magos o en los siete enanitos. El mundo ha cambiado. Pero, además, esto no se da en forma aislada. Fíjese que el anuncio de que van a suprimir los liceos militares entra en este contexto que le estoy señalando. La misma designación de Nilda Garré como ministra de Defensa, quien estuvo estrechamente vinculada con las organizaciones terroristas -era la mujer de Abal Medina-, tiene una connotación clara.
- ¿Ud. diría que la reunión en la plaza San Martín fue un acto de contenido político?
-Todo lo que hacen los seres humanos tiene un claro significado político. ¿Si esto persigue un fin electoral? Resueltamente no. Creo que es una reacción de la gente que está en la vereda de enfrente de lo que es el terrorismo. Y es útil recordar una tercera mentira. Los terroristas trataron de infiltrarse en el peronismo, de disfrazarse de peronistas. Claramente no lo eran. Y Perón, un hombre muy sagaz, lo advirtió y les sacó el disfraz cuando advirtió que se le habían metido adentro del peronismo, los echó y los persiguió, para usar palabras de él, como a ratas.
- Lo que complica todo, doctor, es que al terrorismo le sucedió el terrorismo de Estado.
-Por supuesto. El terrorismo de Estado es terrible. De ninguna manera pretendo convalidar la tortura o el crimen y mucho menos en cabeza de las Fuerzas Armadas, porque lo primero que tiene que tener un oficial es un alto sentido del honor. Pero el terrorismo, además de que utiliza el terror para someter a la gente, envilece a la sociedad porque en gran medida genera la tentación de combatirlo por los mismos medios, es terriblemente corrosivo.
- El Gobierno dice ahora que por razones de disciplina militar no puede permitir que vaya personal uniformado a un acto político sin autorización de sus superiores y los sanciona.
-Y está bien que los sancione. Pero eso es ir a las consecuencias que generan los hechos. Tampoco uno puede estar permanentemente calentando la pava para que se produzcan desbordes de agua por arriba.
- ¿Qué cree que quiere hacer Kirchner con las Fuerzas Armadas?
-Yo no creo que el Presidente sea un ideólogo sino un pragmático. Pragmático en el sentido de que todos los días toma medidas que cree que le caen bien a la sociedad argentina. Frente a la realidad distorsionada que tenemos, donde se sigue batiendo el parche en contra de las instituciones militares, a lo mejor desde el punto de vista pragmático es redituable enfrentar a las Fuerzas Armadas.
-Hay que admitir que el Presidente heredó un problema no resuelto, con el punto final, la obediencia debida, los indultos y las marchas y contramarchas de la Justicia. ¿Qué piensa que debió haber hecho Kirchner?
-Cuando se sancionaron las leyes de amnistía yo públicamente me opuse, porque dejaron en libertad a los terroristas que habían matado a mi padre y a los responsables de episodios reprobables por parte de las Fuerzas Armadas que combatieron al terrorismo
- Primero estuvo el enjuiciamiento simultáneo ordenado por Alfonsín a los ex comandantes y a los líderes guerrilleros. ¿Sobre eso qué opinión tuvo?
-Que hizo lo que correspondía; yo estuve de acuerdo. Estuve en contra de las amnistías.
- En este punto, entonces, coincide con los organismos de derechos humanos.
-Por supuesto. Pero yo condenaba tanto la liberación de los terroristas como la de los jefes militares que habían sido encontrados responsables de estos hechos con razón o sin razón, mientras que los organismos de derechos humanos lo único que condenan es la liberación de la gente del bando que está enfrente.
-Pero fíjese que hay matices, también, dentro de los organismos de derechos humanos. Las Madres de Plaza de Mayo, o Hebe de Bonafini, reivindican abiertamente la actuación de la guerrilla. Las Abuelas, no.
-Por supuesto que hay gente que ha sufrido la violencia del Estado en la represión y que tiene una actitud similar a la que puedo tener yo, en cuanto a darles a los padecimientos un sentido positivo.
- La equiparación del terrorismo con el terrorismo de Estado, algo que se ha dado en llamar la teoría de los dos demonios, irrita especialmente al Gobierno, que incluso viene de insertarle un nuevo prólogo al Nunca Más para despotricar contra ese enfoque. ¿Ud. está de acuerdo con la teoría de los dos demonios?
-Son dos cosas que no se pueden mensurar. La represión de Estado y el terrorismo son dos temas heterogéneos. Pretender meterlos en la misma balanza lleva a un dilema que no tiene solución. Nadie puede pretender reivindicar el terrorismo y nadie puede pretender reivindicar la tortura, la muerte o el robo como medio legítimo de represión del terrorismo.
- Una disyuntiva que parece plantearse hacia adelante es cómo harán los militares para rendir homenaje a los muertos sin que ello se transforme en actos reivindicativos del terrorismo de Estado.
-Esto responde a la mentira original. Las víctimas del terrorismo no son privilegio de los militares; toda la sociedad fue atacada. En la condena al terrorismo y en el recuerdo a los muertos por el terrorismo no debe verse una reivindicación ni una exaltación del terrorismo de Estado.
Fuente: La Nación, jueves 4 de junio 2006. Foto: Fabián Marelli
"VOCES EN EL VIENTO: de ayer, hoy y mañana"...Entrevista A Eugenio Aramburu (hijo)...Vale la pena leer esta entrevista, vale la pena conocer la Verdad Històrica...¿Vos, de que lado estas?...Unite a la resistencia y da a conocer lo que te publicamos...Comentado y publicado por Miguel...
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