Secuestro, martirio y muerte del coronel Larrabure
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El
coronel Argentino del Valle Larrabure murió después de estar detenido
372 días en una “cárcel del pueblo”. Todavía se discute si fue suicidio o
si lo mataron, aunque en cualquiera de los casos fue asesinado o, si se
quiere, empujado a la muerte.
Por Rogelio Alaniz
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“Mis
enemigos son miedosos y pusilánimes ante iguales y superiores.
Impulsivos y autoritarios, ante débiles, cautivos y desarmados.
Valientes en las sombras, en la sorpresa o en el impiadoso dardo
arrojado por detrás...” Coronel Larrabure
El
coronel Argentino del Valle Larrabure murió después de estar detenido
372 días en una “cárcel del pueblo”, cuyas dimensiones eran de dos
metros de largo por uno de ancho. El cadáver apareció en un zanjón
cercano a la ruta 178 en las inmediaciones de la ciudad de Rosario. Los
voceros del ERP, la organización guerrillera que lo secuestró luego de
haber tomado por asalto “La Fábrica Militar de Pólvoras y Explosivos” de
Villa María, anunciaron que Larrabure se había suicidado. El informe de
los peritos dijo lo contrario, que el coronel fue ahorcado luego de
haber sido sometido a torturas. Los hechos ocurrieron entre el 11 de
agosto de 1974 y el 19 de agosto de 1975.
La
discusión acerca de los reales motivos de su muerte continúa hasta la
fecha. ¿Suicidio o asesinato? A los efectos de lo que a mi me importa el
debate carece de relevancia, porque en cualquiera de los casos
Larrabure fue asesinado o, si se quiere, empujado a la muerte. ¿O acaso
no es “razonable” que una persona opte por quitarse la vida después de
estar encerrado durante un año en una tumba oscura, con la exclusiva
compañía de sus verdugos encapuchados y armados? ¿Cuesta mucho hacerse
cargo de lo que puede pasar por la cabeza de un hombre sometido a esos
padecimientos? Desde el punto de vista de un humanismo real e
impenitente, ¿tiene algún sentido discurrir acerca de si se suicidó o lo
mataron, cuando en realidad Larrabure fue desde el momento de su
secuestro un muerto en vida?
No
ignoro los consecuencias jurídicas del debate, pero previo a ella me
parece que están las simples y sencillas verdades del humanismo,
verdades a las que ningún verdugo -de derecha o de izquierda- puede
escapar. Uno de los argumentos fuertes del ERP para diferenciar su
violencia de la violencia reaccionaria, es la ética de sus objetivos y
métodos. La muerte de Larrabure los tira por la borda. Secuestrar a un
hombre cuando está reunido con sus amigos en una fiesta familiar,
encerrarlo en una mazmorra apestosa durante un año, someterlo a lavados
de cerebro y propuestas indecentes y luego precipitarlo a la muerte, es
en todas las circunstancias un crimen sin atenuantes, un asesinato
imperdonable para cualquier humanismo laico o religioso.
Acá
no se trata de un accidente, un caso de defensa propia, del
ajusticiamiento a un reconocido torturador. Larrabure fue secuestrado,
sometido a tormentos y luego muerto de manera deliberada. No lo matan
por lo que hizo, sino por lo que es. ¿Y qué es? Militar, un militar con
una excelente foja de servicios, un virtuoso padre de familia y un
técnico reconocido. ¿Qué más? Por lo que se puede desprender de sus
cartas y el testimonio de sus familiares y amigos, una persona de
profundas motivaciones religiosas, un nacionalista militar que cree en
las instituciones, el orden y las tradiciones y, además, un hombre con
convicciones, un incorruptible que sometido a la tortura del encierro
dispone de la energía moral necesaria para rechazar la oferta que le
hacen sus verdugos de poner sus conocimientos en materia militar al
servicio de la guerrilla.
Lo
siento por algunos, pero la decisión de lavarle la cabeza a un
prisionero y luego ofrecerle un mejor trato a cambio de ponerse a
trabajar por una causa que detesta, me recuerda al almirante Massera y
su siniestro proyecto de organizar un partido político con la
contribución intelectual de sus víctimas. ¿No fue esto acaso lo que
intentaron hacer con Larrabure?
¿Larrabure
es de derecha? Posiblemente. Y si así lo fuera, ¿autoriza ello a
matarlo? ¿Cómo calificar esa muerte? ¿Alguien puede decir sin ánimo de
quedar en ridículo o algo peor, que la muerte de Larrabure fue un aporte
a la liberación de los hombres? O sostener, por ejemplo, que se trataba
de una guerra y que en toda guerra se cometen excesos. ¿Escucharon
bien? ¡Excesos de una guerra! ¿No son esos los argumentos de los
militares? ¡Que nadie se asombre! ¿O acaso no son los militares del
Proceso y la guerrilla los únicos que insisten en hablar de una guerra
para justificar sus tropelías?
No
hace mucho se dijo que el ERP no torturaba a sus víctimas y que
Larrabure se mató como consecuencia de sus desequilibrios emotivos. Lo
interesante y lo perverso de esta explicación, es que con ella se
pretende justificar a la guerrilla. Por el contrario, para mí el
argumento es cínico y perverso. Según esta lógica, Larrabure fue el
responsable de su muerte. “Estaba loco”, dijeron quienes lo empujaron
metódicamente a la “locura”. “Estaba loco”, repitieron impertérritos los
que lo hundieron en vida en una tumba, los que le enfermaron el
estómago y los pulmones, aunque no pudieron enfermarle el alma. ¡Linda
manera de lavarse las manos con un crimen! “Estaba loco”. Los nazis
decían más o menos lo mismo de sus víctimas.
Las
explicaciones de los dirigentes del ERP no han sido convincentes. Las
cartas que se pudieron conocer de Larrabure y el diario que escribió en
su cautiverio no dan cuenta de un suicida. Los peritos que brindaron el
informe aseguran que fue asesinado. Se trata de académicos de la UBA y
no de sicarios del imperialismo. ¿A quién creerle? ¿A los señores del
ERP que lo hundieron en una tumba durante un año o a los académicos de
la UBA? Disculpen mis prejuicios pequeño burgueses, pero en este caso no
me dejan otra alternativa que creerle a los médicos y no a los
verdugos.
El
otro debate abierto, es si la muerte de Larrabure merece ser juzgada
como un crimen de lesa humanidad. Dejo para los abogados, legisladores y
juristas esa polémica. A mí me alcanza con saber que fue un crimen y si
bien no estoy en condiciones de pronunciar la palabra “lesa”, no me
cabe ninguna duda que, como dijera el poeta John Donne, se trata de un
crimen que, como todo crimen, es contra la humanidad y por el cual es
necesario poner a doblar las campanas.
Pretender
disculparse por lo sucedido porque no se trata de un crimen estatal, me
parece una argumentación abstracta y cobarde, el recurso chicanero de
un abogado leguleyo para reducir la pena del asesino. Al hijo, a la
madre o a la esposa que le mataron el ser querido le importa poco saber
si lo hizo el Estado o una organización guerrillera, y le importa poco
porque lo que le interesa en primer lugar es su dolor, la pérdida
injusta y sorpresiva de un ser querido, la muerte de alguien que debe
haber vivido su muerte como una liberación.
“Estar
cautivo de estos ‘próceres’ es como estar atrapado de una telaraña
donde sustraídos del medio nos vemos impotentes para liberarnos, pero
mantenemos la esperanza de la muerte!”. Estas palabras, escritas desde
la soledad, el encierro y la opresión, son desesperadas y sabias y, al
mismo tiempo, son la imputación más seria a la organización guerrillera
que en nombre del hombre nuevo no fue capaz o no quiso atender el dolor y
los sufrimientos de un hombre que en su cautiverio tuvo el coraje moral
de enfrentarlos sin otra arma que su condición de hombre.
No
lo conocí a Larrabure. La primera vez que oí su nombre lo oí en boca de
un guardiacárcel de Coronda que intentaba justificar en su nombre el
régimen carcelario inhumano al que nos sometían. Desde entonces han
pasado muchos años y ha corrido mucha tinta. Sobre el tema se ha dicho
todo lo que se tenía que decir, pero para mi modesta experiencia lo que
me ha quedado en claro es que en todas las circunstancias los verdugos y
las víctimas se parecen y se parecen más allá de sus embelecos
ideológicos, sus certezas políticas y sus miserias humanas.
No
lo conocí a Larrabure, pero aprendí a respetarlo, a respetarlo en su
dolor y en la dignidad que supo tener para afrontar su destino. Leyendo
sus cartas y sus reflexiones creo que seguramente no hubiéramos estado
de acuerdo en muchas cosas, pero un hombre es siempre algo más que una
idea política o un prejuicio ideológico, un hombre que merezca esa
condición va siempre más allá de lo previsible. Su verdad última vale
más que todas esas pequeñas verdades parciales.
Colocado
en el límite entre la vida y la muerte, Larrabure fue capaz de
mantenerse fiel a sí mismo. El juicio de la historia suele a ser
inapelable. Una vez más la dignidad, la nobleza, el coraje y la
sensibilidad que dan vida a la condición humana, son patrimonio de los
mártires y no de los verdugos. Larrabure fue asesinado por sus verdugos,
pero hoy lo recordamos a él y honramos su testimonio, mientras que el
rostro de los criminales nunca pudo salir de la capucha que ellos mismos
eligieron ponerse para siempre.
Más información www.politicaydesarrollo.com.ar
Contacto: politicaydesarrollo@gmail.com
"BASTARDOS SIN GLORIA"...Secuestro, martirio y muerte del coronel Larrabure...Asesinado por los infames terroristas, por los asesinos de niños, por los asesinos de la población civil, por los asesinos de hombres valientes de todas las fuerzas...Luego de Dios, el mas grande, todo honor y toda gloria al Coronel Argentino del Valle Larrabure...Comentado y publicado por Miguel...
http://porlamemoria-miguel.blogspot.com
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21-06-2012 |
DEDICADO A TODOS LOS HÈROES VIVOS Y MUERTOS QUE COMBATIERON AL INFAME TERRORISMO PARA CONSEGUIR LA LIBERTAD DE NUESTRA NACIÒN...¡GLORIA Y HONOR!
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domingo, 24 de junio de 2012
"BASTARDOS SIN GLORIA"...Antes de 1976...Secuestro, martirio y muerte del coronel Larrabure
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