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lunes, 27 de mayo de 2013

"NOTICIAS DE LA GUERRA que hoy continúa"...El General de la Guerra: Jorge Rafael Videla: La Autopsia...El Testamento...La Bandera Argentina con Luto...


26 mayo 2013

Exclusivo: la autopsia revela que Videla sufrió varias fracturas y no tuvo atención adecuada. Por Nelson Castro

Periodismo de Verdad: 26 de mayo de 2013

El informe forense y la denuncia de un militar y compañero de celda, a la que accedió Nelson Castro, están en manos del juez. Evalúa qué razón hizo que no recibiera el cuidado que merece hasta el peor de los asesinos.



El escueto certificado de defunción está fechado en Marcos Paz el viernes 17 de mayo y dice así:
“Interno Jorge Rafael Videla, 87 años de edad, que se lo encuentra sentado en el baño de su celda sentado en el inodoro inconsciente, sin pulso ni reacción pupilar. Se realiza ECG (electrocardiograma) y se constata óbito siendo las 8:25 hs.
Paciente que fue evaluado en el día de ayer por presentar un cuadro de diarrea aguda, con deposiciones de baja cuantía. Se realizó laboratorio de guardia”.

El certificado está firmado por el doctor Jorge Alberto Domínguez, que era el médico de guardia en ese momento.
La lectura del certificado, en sí, no debería llamar la atención. El problema es que el cuadro clínico que llevó a la muerte a este hombre cruel, responsable del terrorismo de Estado, crimen de lesa humanidad que significó el secuestro, la tortura y al desaparición de miles de personas –hechos de los cuales nunca se arrepintió– fue más complejo. Tan complejo fue que podría dar origen a causas penales contra las autoridades del penal de Marcos Paz, responsables por la seguridad y la vida de Videla.

¿Qué le pasó a Videla? ¿Cómo fueron sus últimos días? ¿Padecía de alguna afección? ¿Sucedió algo que puso en riesgo su vida? ¿Fue adecuadamente atendido? Lo que sigue a continuación es la respuesta a estos interrogantes que son motivo de una investigación que se desarrolla en el Juzgado Federal de Morón que subroga el doctor Juan Pablo Salas. Por lo pronto, el lector encontrará aquí un documento exclusivo: la copia de una denuncia que realizó un interno del penal –camarada de Videla, alojado en el Módulo 4, pabellón 8 desde el 8 de marzo de 2008 y cuya identidad ha sido perfectamente acreditada por el juez– en la que se narran los hechos que llevaron a la muerte del dictador.
Todo comenzó entre las cuatro y las cinco de la tarde del viernes 10 de mayo cuando Jorge Rafael Videla se estaba dando su habitual ducha, circunstancia en la que, por causas que se desconocen, cayó pesadamente. Tras el golpe, tuvo problemas para incorporarse por lo que tuvo que ser levantado por varios internos que lo trasladaron a su celda.
El lunes 13, aquejado de fuertes dolores, el ex dictador debió comparecer ante el tribunal por el que está siendo juzgado por su responsabilidad en el Plan Cóndor de secuestro, tortura y desaparición de personas llevado adelante por los gobiernos militares de la Argentina, Uruguay, Brasil y Chile. Este procedimiento significó que fuera sacado de su celda a las cuatro de la mañana, llevado a la Unidad de Traslados de Devoto y desde allí al tribunal correspondiente. En la Unidad de Traslado debió esperar algunas horas. En invierno, el lugar es una heladera y en verano, un horno. En la sala de audiencias, el ex dictador manifestó que tenía “inestabilidad vertical” . Terminada su comparecencia, fue regresado, previo nueva pasada por Devoto, al penal de Marcos Paz. Esa noche, durante la cena, el ex comandante en jefe del Ejército les comentaba a sus camaradas que se encontraba muy dolorido a causa de la caída sufrida en la ducha. Se lee en la denuncia judicial: “Al día siguiente, es decir martes 14 de mayo, siendo horas de la tarde, le pregunté cómo se sentía, y me respondió que estaba bien, pero señaló que le dolía “acá” –señalando la zona pélvica. A partir de ese momento y los días siguientes era comentario común entre el resto de los internos el estado desmejorado en que se notaba en la persona de Videla. Los días miércoles y jueves por la noche lo sacaron del calabozo y fue llevado al centro médico asistencial del complejo y vuelto a ser reintegrado a su celda, y creo que el miércoles le sacaron una radiografía no sé dónde, pero me enteré que ese día, mientras cenaba, que Videla aparentemente no tenía nada, y vi a Videla conversando con el doctor Domínguez sobre su dolencia, pero no escuché el contenido de la charla”. A esta altura del relato, el camarada de Videla hace un comentario clave: “Mi pensamiento fue el siguiente: como tengo conocimiento (de) que en el complejo no hay traumatólogo, y porque padezco una lesión en el hombro izquierdo, desde el 10 de abril, y aún no tengo un diagnóstico certero, le pregunté quién vio las radiografías, a lo que me contestó que no sabía y lo que me hizo pensar que fueron (vistas) por alguien no especializado”.
El jueves, las cosas no mejoraron. Los dolores siguieron siendo fuertes, lo que debe haber obligado seguramente a administrarle al dictador altas dosis de analgésicos. Continúa el relato del denunciante: “El jueves por la noche el Coronel (su nombre está tachado) y yo comentamos el mal estado de salud en que se lo veía a Videla y, además, era un comentario general de los internos. Sé que ese día se lo llevaron nuevamente al centro asistencial, pero yo no lo vi. Esa misma noche lo vi conversando con una médica de la que no recuerdo el nombre, pero (que) siempre viste ambo rojo. Posteriormente, Videla quedó en el pabellón y a la mañana siguiente nos encontramos con el deceso del mismo”. Sobre el momento de la muerte se lee: “…siendo las 8.10, tras escuchar unos gritos en el pabellón, sin entender lo que se decía y creyendo que se trataba de una requisa, salí de la celda y otros internos me informaron que había fallecido Videla; textualmente me dijeron ‘se murió el viejo’. El Capitán (nombre tachado), interno alojado allí me dijo que cuando pasó el recuento saliente, siendo las 7.50 horas, estuvo hablando con Videla y él los escuchó. Y al pasar el recuento entrante, lo encontró fallecido, allí se produjeron gritos, por eso sé que falleció entre las 7.50 y las 8.10 horas. A partir de allí, la celda de Videla se mantuvo cerrada y con custodia, sin perjuicio del ingreso de personas del Servicio Penitenciario Federal, alrededor de las 9 horas. Ingresó un médico o enfermero con un aparato para realizar un electrocardiograma y otras personas que también ingresaron a quienes no conozco, pero sí vi ingresar al subdirector del módulo, oficial Tomadin. Durante el resto del día, permaneció en custodia en la puerta de la celda de Videla hasta que se llevaron el cadáver a las 16.00 horas. A la hora referida llegó el oficial Flores, director del módulo, a quien el dicente el teniente coronel Di Pasquale y el mayor (nombre tachado) le solicitamos ser testigos del procedimiento de retiro del cadáver y pertenencias del occiso y solicité la confección de un inventario de tales objetos, recibiendo como respuesta que dicho procedimiento sería realizado por personal de la Policía Federal Argentina, lo que me obligó a referir que los testigos debían ser circunstanciales y no traídos por ellos”.
Hasta aquí el relato de los hechos. Fuentes del Juzgado Federal de Morón, a cargo del juez subrogante Juan Pablo Salas, han confirmado que el informe preliminar de la autopsia señala lo siguiente: fracturas múltiples, una de ellas de pelvis y cáncer de próstata en tratamiento. Además, por los datos de la historia clínica –guardada bajo siete llaves-– se sabe que Videla estaba recibiendo anticoagulantes.

Teniendo en cuenta su edad –87 años– sus antecedentes y el cuadro confirmado por la autopsia, Videla era un paciente de muy alto riesgo. Hay constancia de que una médica –tal vez la del de ambo rojo mencionada en la denuncia– , sugirió un traslado del paciente a su domicilio. En verdad, lo que debió haberse hecho fue internarlo o en el Hospital Militar de Campo de Mayo o en el Hospital Militar Central. El golpe más la combinación de la anticoagulación con la administración de analgésicos potentes obligaban a descartar una hemorragia en uno o dos tiempos, por lo cual se imponía que el dictador hubiese estado en un centro médico de alta complejidad para ser evaluado por especialistas que seguramente lo habrían sometido a una serie de exámenes complementarios más profundo y dejado en observación por unos cuantos días. Nada de ello se hizo.
Las fracturas múltiples exigen como tratamiento el reposo absoluto del paciente. Resulta increíble que no se haya hecho esta indicación. Esto genera un interrogante: ¿se hizo el diagnóstico correcto? ¿Lo vio un traumatólogo? Que el paciente, quien se quejaba de fuertes dolores que localizaba con exactitud en la zona de la fractura, haya sido trasladado a declarar el lunes 12 da pie a otra pregunta: ¿sabían los miembros del tribunal el episodio de la caída sufrida por el acusado? ¿A nadie le llamó la atención su mal estado como para pedir una consulta médica para evaluar si estaba en condiciones de permanecer en esa audiencia?
Todas estas anormalidades y otras más, están bajo el análisis del juez. Las evidencias de una mala praxis médica por omisión de cuidados parecen claras. Eventualmente este caso puede encuadrase en el artículo 106 del código penal en su modalidad más gravosa que conlleva de cinco a 15 años de prisión. Por lo que se sabe, la familia de Videla ha comunicado que no iniciará acción legal alguna contra el Servicio Penitenciario Federal. Pero más allá de este aspecto legal, surge otro de índole moral: no se puede, en nombre de los derechos humanos, violarlos. Que Videla merecía ser condenado por los crímenes de lesa humanidad, cometidos durante la dictadura que encabezó, es algo indiscutible, como también lo es que, al ser juzgado, sus derechos humanos debían respetarse a rajatabla. Lo aquí expuesto demuestra que ello no ocurrió: su derecho humano a la salud fue ignorado. En las dictaduras, la vida no vale nada; en las democracias, en cambio, es sagrada.
Producción periodística: Guido Baistrocchi
Nota de Nelson Castro para el diario “Perfil”


Testamento político del General Jorge Videla




Ante el reciente fallecimiento del ex Teniente General y Presidente de la República Argentina, Jorge Rafael Videla, rescatamos del olvido un documento de gran relevancia histórica.

Se trat
a de la declaración que el general leyó en la ciudad de Córdoba el 16 de septiembre de 2010 en un tribunal kirchner-montonero. Asimismo, las palabras del coronel Nicolás Rodriguez Peña que el acusado citó, constituyen el más preciso Epitafio que pudiera escribirse para resumir la tarea o misión que la historia asignó a las Fuerzas Armadas, y al general Videla en particular, en la compleja y trágica década setenta del siglo XX.

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Señor Presidente:

Con el debido respeto a su investidura, me dirijo a Ud. como Presidente de este Tribunal, pero con el deseo de llegar a mis conciudadanos y, en particular, a mis jóvenes camaradas del Ejército, que no han vivido lo que es materia de este juicio y resultan víctimas propicias para ser confundidos y engañados.

No soy yo quién debe decirle a Ud. que la indagatoria, así como su ampliatoria de la que estoy haciendo uso, son instrumentos jurídicos en beneficio del ejercicio de la legítima defensa en juicio.

Pues bien, no he venido hoy a defenderme ante un Tribunal al que ni la Constitución Nacional, ni las Leyes nacionales ni internacionales incorporadas a ella le reconocen competencia para juzgarme; menos aún para juzgarme por hechos ya juzgados en la Causa 13/84, llamada de los Comandantes, por la que cumplo injusta condena a reclusión perpetua, desde el mes de diciembre de 1985, con la accesoria de destitución e inhabilitación absoluta y perpetua.

Tampoco he venido hoy a defender a quienes fueron mis subordinados durante la Guerra interna librada por la Nación Argentina contra el terrorismo subversivo; para ello están la valentía y el coraje con que lo hacen los propios interesados, acompañados por la brillante defensa técnica que realizan sus abogados defensores casi a diario, dando ejemplo de espíritu de servicio para con sus asistidos y de solidaridad para con sus colegas; ello quedó palmariamente demostrado en el tratamiento de la Recusación al Vocal de este Tribunal Dr. Pérez Villalobos.

He venido sí, a honrar mis responsabilidades castrenses asumidas en plenitud, respecto de lo actuado por el Ejército en la guerra ya citada, ordenada por un Gobierno constitucional en pleno ejercicio de sus facultades, único caso en la región, que culminara con una victoria posibilitada por el apoyo mayoritario del pueblo argentino.

Sr. Presidente: hace ya dos meses que, en forma insistente y reiterada, venimos escuchando testimonios poco espontáneos y hasta teatralizados que, a través de una repetición sistemática de acusaciones falaces, centradas en dos de los acusados a los cuales se pretende ridiculizar con apodos y extravagancia en el vestir, apuntan en el fondo al desprestigio del Ejército, usando metodologías gramscianas.

Todos los testigos a su vez, se presentan como víctimas, cuando el común denominador que los une es haber pertenecido al terrorismo, tal como está debidamente comprobado por los antecedentes penales que se han agregado a la causa.

Finalmente, el agravio a la institución Ejército Argentino ha llegado a tal grado de insensatez, que no ha faltado quién la calificara de “asociación ilícita”.

Me opongo terminantemente a tal calificativo, que presupone que la asociación ilícita pueda ser la normal relación entre el que manda y el que obedece, cuando en realidad dicha relación no puede ser otra que la subordinación.

Subordinación no es obediencia ciega al capricho del que manda. Subordinación es obediencia consciente a la voluntad del superior, en función de un objetivo que está por encima del que manda y del que obedece -en nuestro caso la legítima defensa de la nación agredida- en virtud del cual el mando deja de ser arbitrario y la obediencia se ennoblece.

No, Sr. Presidente, no podemos equivocarnos en andar buscando un Ejército bueno y un Ejército malo. Ejército hay uno solo: el de las Guerras por la Independencia; el de la Reorganización Nacional; el de los Héroes y Mártires contemporáneos; el que contó entre sus filas a mi padre y a tres de mis hijos y cuenta hoy con uno de mis nietos; el que tuve el honor de comandar; el de ayer, el de hoy y el de siempre, con sus virtudes y defectos, permanentemente al servicio de la Nación, como institución fundamental de la República.

Es a ese Ejército, al que represento en estas circunstancias, al que quiero desagraviar, denunciando una campaña sistemática de desprestigio, con vistas a su destrucción como Institución de la República, objetivo intermedio para subvertir la Nación, al mejor estilo de Gramsci.

Tal vez Sr. Presidente, valga recordar una famosa frase de Nicolás Rodríguez Peña que decía:

"Que fuimos crueles ¡vaya con el cargo! Mientras tanto, ahí tienen Uds. una Patria que no está en el compromiso de serlo. La salvamos como creíamos que debíamos hacerlo. ¿Hubo otros medios? Nosotros no los vimos, ni creíamos que con otros medios fuéramos capaces de hacer lo que hicimos. Arrójennos la culpa al rostro, y gocen de los resultados. ¡Nosotros seremos los verdugos, sean Uds. los hombres libres!”.
*

Sr. Presidente: En tal sentido, que fuimos crueles nadie lo dude; sí, lo hicimos en el marco de crueldad que impone toda guerra por su propia naturaleza; pero no fuimos sádicos ni integramos una asociación ilícita.

Sr. Presidente: He terminado mi exposición, gracias por escucharme.


*
En respuesta a quienes condenaron el fusilamiento en 1810 del virrey Liniers y varios contrarrevolucionarios ordenado por Mariano Moreno.
Fuente:Termidorianos


En la casa del General Videla, la bandera argentina con luto

Fuente: Ramos Generales



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