Cristina Fernández el miércoles pasado. foto: efe
Nisman golpea dos veces
HUGO GRIMALDI
(DyN)
El fantasma del fiscal Alberto Nisman se hizo visible el viernes pasado en el requerimiento de instrucción y en la dura imputación jurídica alrededor de un imprescriptible “crimen de lesa humanidad”, que le realizó a la presidente Cristina Fernández su colega Gerardo Pollicita y el país volvió a temblar. En las redacciones de los diarios suele decirse que cuando dos trenes chocan de frente hay un solo titular posible: “Dos trenes chocaron de frente”. Por devastadora y dolorosa, necesariamente una situación así debe graficarse periodísticamente del modo más sencillo posible.
Pues bien, en el caso de la firma del Memorándum con Irán para cambiar la metodología de la investigación de la causa Amia, la presidente Cristina Kirchner no sólo ha soportado un topetazo destructivo mayúsculo en materia política, sino que tuvo algunos traspiés propios que potenciaron aún más la vulnerabilidad de su imagen.
El “nosotros”y el “ellos” explícito de su aparición del miércoles último remitió a lo peor de lo peor del primer peronismo, justamente el motivo por el cual muchos adherentes de entonces se entristecieron, pero no movieron un solo dedo cuando llegó el golpe de 1955.
Un silencio elocuente
Justamente, una parte de la sociedad que marchará el 18 pretende marcar con un silencio que se escuche el sentimiento de bronca que le generó la expresión presidencial. Ya se sabe que el kirchnerismo siempre jugó con la búsqueda de opuestos y con los enemigos de ocasión para mostrarse belicoso y activo y que lo sigue haciendo inclusive con el mundo, los buitres y las corporaciones. Nada nuevo, ya que de lo que se trata es de encolumnar y de subirle la moral a la tropa, pero nunca algo tan tajante que, en definitiva, parece que termina de alejarla de muchos más de aquellos “40 millones de argentinos”que menciona la locutora oficial (aunque habría que decirle al gobierno que el crecimiento vegetativo hoy podría subir esa cifra, al menos a 43 y algo de millones). El nuevo impacto de frente con el tren de la realidad le sucedió a la presidente dos días después de aquella arenga, que habrá sido muy linda para quienes bailaban dentro de la Casa Rosada, pero que resultó indecorosa para muchos argentinos.
La presentación de Pollicita
El viernes Pollicita presentó el pedido judicial basado en la denuncia de Nisman. Mucho menos agresivo que su colega muerto, sobre todo en materia de cargar las tintas sobre el papel de la presidente, el contundente escrito que le elevó al juez federal Daniel Rafecas tiene dos partes bien diferenciadas. En la primera, que abreva en los argumentos de Nisman en relación con el “plan criminal de impunidad” (que Pollicita matiza denominándolo “plan encubridor”), el fiscal relató los hechos denunciados y puso la mira en los imputados, a partir de una carátula que se inicia con un conmocionante “Fernández de Kirchner, Cristina y otros sobre Encubrimiento”. Parte de la convulsión que le ha producido en estos días a muchos ciudadanos, sin que la imputación implique acusación, procesamiento o condena, es que aquella presidente que consiguió sumar 54% de las voluntades termine sus dos mandatos con tamaño baldón. El conglomerado “otros” incluyó, de modo primordial, al canciller Héctor Timerman, al diputado nacional Andrés Larroque y a una serie de personajes periféricos, aunque con preponderancia en las negociaciones con Irán, como “‘Luis Ángel D’Elía, Fernando Esteche, Jorge Alejandro ‘Yussuf’ Khalil, el ex fiscal federal Héctor Luis Yrimia y un sujeto identificado como Allan, que sería Ramón Allan Héctor Bogado”.
Irán en dos secuencias
En ese primer tramo, casi como una divisoria de aguas entre los dos períodos del kirchnerismo y como un gran signo de interrogación sobre la capacidad de la presidente para manejar un tema tan delicado de un modo tan poco institucional, Pollicita destacó también “la actitud adoptada en forma inquebrantable por el Dr. Néstor Kirchner quien -durante su presidencia- no sólo llevó el caso a la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas, sino que rechazó rotundamente todos los ofrecimientos de Teherán, siempre destinados a acordar una salida políticamente negociada a esta cuestión, netamente judicial”.
En la segunda parte de la presentación al juez, que apunta a cuestiones más técnicas, como el “encuadre” legal de los hechos, el fiscal sostuvo como tesis sobre lo que se imputa que el “encubrimiento” no tiene por qué concretarse para que sea un delito y que basta la intención. También señaló que en este caso, la situación se agrava, refiriéndose al atentado sobre la Amia, “por la especial gravedad del hecho precedente” y porque están involucrados funcionarios públicos.
El requerimiento contiene hacia el final una frase lapidaria que se adentra en la relación tirante que existe entre el kirchnerismo y el Poder Judicial: “La actividad de la administración de justicia en la individualización de los autores y partícipes de delitos puede verse perturbada por la conducta del encubridor”, en este caso por futuras jugadas del gobierno que Pollicita no precisó, aunque abrió explícitamente el paraguas de la advertencia.
Persuadido (o avisado) de lo que iba a presentar el fiscal, el kirchnerismo hizo una jugada previa el jueves, más allá de las declaraciones críticas que en la mañana del viernes daban por efectuada la imputación del fiscal. Así, Aníbal Fernández y Jorge Capitanich compitieron en la altisonancia y respectivamente llenaron los micrófonos de expresiones que apuntaban a denunciar “una clara maniobra de desestabilización antidemocrática” o “la operación más voluminosa de golpismo judicial activo que conozca la historia argentina”.
A la caída de la tarde del día anterior, los canales de información oficiales se preocuparon por difundir un escrito de defensa que iba a realizar al día siguiente ante el juzgado de Rafecas la Procuración del Tesoro, una especie de contrarréplica a Nisman y a lo que iba a presentar luego Pollicita: “No existe prueba alguna, siquiera de carácter indiciario, que demuestre la existencia de conductas atribuibles a la presidente de la Nación o a funcionarios del gobierno nacional”, dijo Angelina Abbona, devenida en defensora de Cristina y ya no del Estado.
Según prometieron los medios oficialistas, el escrito de descargo iba a contener las pruebas necesarias para desvincular a la presidente. Sin embargo, en lo que se pudo leer se repitieron los argumentos que el oficialismo esgrimió desde el minuto uno de la denuncia de Nisman. La presentación detalló lo sabido: que el Memorándum lo aprobó el Congreso, que las alertas rojas que impedían la circulación de los ciudadanos iraníes no habían sido levantadas por Interpol, porque no hubo “ninguna actuación del gobierno argentino” que lo solicitara (algo que Nisman atribuía al apego a la legalidad de la policía internacional) y que nunca se pensó en cuestiones comerciales (petróleo por granos, tal como se revela en una escucha), ya que así lo habían afirmado los “informes técnicos producidos por los ministerios de Planificación Federal, de Economía y la Afip”. En su constante trabajo de editar la realidad, lo que siempre ha buscado el kirchnerismo es que los medios maquillen todas las situaciones que lo dejan mal parado con giros que le permitan mostrarse en situación ganadora.
El fiscal sostuvo como tesis sobre lo que se imputa que el “encubrimiento” no tiene por qué concretarse para que sea un delito y que basta la intención.
"LA IMPUTACIÓN JURÍDICA POR LA MUERTE DE NISMAN CONTRA LA PRESIDENTE ARGENTINA CRISTINA FERNANDEZ, viuda de KIRCHNER Y SUS SECUACES ES DE "IMPRESCRIPTIBLE CRIMEN DE LESA HUMANIDAD"...Lo que siempre te decimos...Dios es Grande, y su palabra no pasará...ya nos advierte día a día: "LO QUE EL IMPÍO TEME ESO LE VENDRÁ"...Titulado,comentado y publicado por Miguel...
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