Aún están ahí los gemidos del Dios preso. ¿Cómo? Sufriendo con los que hoy sufren de torturas, por penas o tratos crueles, tratos inhumanos o degradantes.
"Porque estuve preso y no me visitaste"
( Mateo 25,36 )
Estuve preso y me visitaste
“Estuve en la cárcel y vinieron a verme… Les aseguro que todo lo que hicieron por uno de estos hermanos míos más humildes, por mí mismo lo hicieron” (Mateo 25,36-40)
Para Cristo, no hay puerta cerrada alguna. Su presencia puede llegar al corazón de todos los hombres y mujeres, donde quiera que se encuentren, y llevarles el consuelo de la fe y de la esperanza, aun en medio de mucha frustración personal y de un futuro lleno de preocupaciones. Para Cristo, no hay muralla que no se pueda saltar, ninguna celda tan cerrada que Él no pueda visitar. Como decía San Pablo: yo puedo llevar cadenas, pero la Palabra de Dios no está encadenada (2Tim 2, 9).
Llegará un día en el que se enjugará toda lágrima de los ojos, y no habrá ya muerte ni habrá llanto, ni gritos ni fatigas, porque el mundo viejo ha pasado y llega un mundo nuevo (Ap 21, 4-5).
http://porlamemoria-miguel.blogspot.com
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