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Oh Capitán, Mi Capitán... todavía los 70
Me conmovió la historia del capitán.
En los 70, las circunstancias de nuestro país lo pusieron a combatir contra el terrorismo.
El con su uniforme, los terroristas escondidos, y matando por la espalda.
El con su uniforme y a cara descubierta, llegó hasta esa esquina de ese barrio... de noche. Los terroristas lo recibieron a balazos y hasta tiraron con lanzacohetes por la ventana... dos compañeros del capitán perdieron la vida.
Quedaron tirados en la calle esa noche, con uniforme y a cara descubierta.. las tripas también al descubierto.
Desde adentro de la casa no hubieron más razones que las caras tapadas, y la balacera infernal.
Uno de los terroristas se tiró desde la terraza, gritando una supuesta victoria de una revolución tan imbécil como lejana.
Al final, el silencio le ganó al infierno en aquella esquina de locura y de muerte.
De uniforme y cara destapada, el capitán recorre la casa: Armas, bombas a medio terminar, imprenta casera, cianuro en bolitas... varios muertos con cara tapada, con documentos falsos. Muertos que nadie nunca reclamó.
Por entre los escombros, una bebé llora dentro de lo que parece haber sido un baño. El capitán desespera sus manos y se las corta en el intento desesperado por rescatarla.
La lleva al hospital... el captián de uniforme y cara destapada y documento en mano, más los médicos de la guardia...le salvan la vida.
Pasaron más de 30 años... la bebé ya es mujer y le han prometido no la revolución por la que murieron a sangre y fuego sus padres, sino más de 200 mil dólares.
Los registros del hospital dicen exactamente el nombre y el grado de quien le salvó la vida... pero el estado cómplice del terrorismo lo viene a buscar para encerrarlo: "Robo de bebé" dice el papel que escribió algún hijo de puta.
Ya sin uniforme, pero siempre a cara destapada... el viejo soldado se pega un tiro y no se entrega.
Y allí el círculo de muerte se cierra, idéntico. Triste. Patético.
Horacio R. Palma
Escribidor contumaz
Oh Capitán, Mi Capitán... todavía los 70
Me conmovió la historia del capitán.
En los 70, las circunstancias de nuestro país lo pusieron a combatir contra el terrorismo.
El con su uniforme, los terroristas escondidos, y matando por la espalda.
El con su uniforme y a cara descubierta, llegó hasta esa esquina de ese barrio... de noche. Los terroristas lo recibieron a balazos y hasta tiraron con lanzacohetes por la ventana... dos compañeros del capitán perdieron la vida.
Quedaron tirados en la calle esa noche, con uniforme y a cara descubierta.. las tripas también al descubierto.
Desde adentro de la casa no hubieron más razones que las caras tapadas, y la balacera infernal.
Uno de los terroristas se tiró desde la terraza, gritando una supuesta victoria de una revolución tan imbécil como lejana.
Al final, el silencio le ganó al infierno en aquella esquina de locura y de muerte.
De uniforme y cara destapada, el capitán recorre la casa: Armas, bombas a medio terminar, imprenta casera, cianuro en bolitas... varios muertos con cara tapada, con documentos falsos. Muertos que nadie nunca reclamó.
Por entre los escombros, una bebé llora dentro de lo que parece haber sido un baño. El capitán desespera sus manos y se las corta en el intento desesperado por rescatarla.
La lleva al hospital... el captián de uniforme y cara destapada y documento en mano, más los médicos de la guardia...le salvan la vida.
Pasaron más de 30 años... la bebé ya es mujer y le han prometido no la revolución por la que murieron a sangre y fuego sus padres, sino más de 200 mil dólares.
Los registros del hospital dicen exactamente el nombre y el grado de quien le salvó la vida... pero el estado cómplice del terrorismo lo viene a buscar para encerrarlo: "Robo de bebé" dice el papel que escribió algún hijo de puta.
Ya sin uniforme, pero siempre a cara destapada... el viejo soldado se pega un tiro y no se entrega.
Y allí el círculo de muerte se cierra, idéntico. Triste. Patético.
Horacio R. Palma
Escribidor contumaz
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