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Cristina Viola Y Humberto Viola
El 1º de diciembre de 1974, un día tristemente grabado en la historia argentina: era domingo, y los Viola se habían reunido en familia. El Capitán Humberto Viola (31 años) se esforzaba por vivir una vida normal más allá de lo convulsionada que se encontraba su provincia de Tucumán debido a los ataques guerrilleros. Mientras tanto, el PRT-ERP hacía inteligencia sobre su familia y sabían de los encuentros de domingo, así como de su costumbre de bajar del coche para abrir el portón de entrada de su casa. Sin embargo, ese domingo la que bajó a abrir fue su esposa embarazada. En el coche quedaron el Capitán y sus dos hijas: María Fernanda (5 años) y María Cristina (3 años). A la célula terrorista integrada por 11 hombres no le importó. Dispararon un escopetazo sobre el auto, matando instantáneamente a María Cristina e hiriendo en el pulmón al Capitán Viola, quien no dudó en bajarse y alejarse para atraer sobre sí los disparos.
Caído en el piso recibió un tiro en la cabeza por uno de los asesinos, mientras que un segundo le disparó un escopetazo a quemarropa y un tercero le dio un tiro de gracia con un revólver. María Fernanda, por su parte, quedó gravemente herida y debió enfrentar intervenciones quirúrgicas durante muchos años.
Con esta política, ERP buscaba forzar al Ejército para que tomase prisioneros que le permitiesen pedir intercambio con la asistencia de la Cruz Roja Internacional, cuya finalidad era dar sustento jurídico a la idea de obtener una zona liberada en Tucumán.
Cristina Viola Y Humberto Viola
El 1º de diciembre de 1974, un día tristemente grabado en la historia argentina: era domingo, y los Viola se habían reunido en familia. El Capitán Humberto Viola (31 años) se esforzaba por vivir una vida normal más allá de lo convulsionada que se encontraba su provincia de Tucumán debido a los ataques guerrilleros. Mientras tanto, el PRT-ERP hacía inteligencia sobre su familia y sabían de los encuentros de domingo, así como de su costumbre de bajar del coche para abrir el portón de entrada de su casa. Sin embargo, ese domingo la que bajó a abrir fue su esposa embarazada. En el coche quedaron el Capitán y sus dos hijas: María Fernanda (5 años) y María Cristina (3 años). A la célula terrorista integrada por 11 hombres no le importó. Dispararon un escopetazo sobre el auto, matando instantáneamente a María Cristina e hiriendo en el pulmón al Capitán Viola, quien no dudó en bajarse y alejarse para atraer sobre sí los disparos.
Caído en el piso recibió un tiro en la cabeza por uno de los asesinos, mientras que un segundo le disparó un escopetazo a quemarropa y un tercero le dio un tiro de gracia con un revólver. María Fernanda, por su parte, quedó gravemente herida y debió enfrentar intervenciones quirúrgicas durante muchos años.
Con esta política, ERP buscaba forzar al Ejército para que tomase prisioneros que le permitiesen pedir intercambio con la asistencia de la Cruz Roja Internacional, cuya finalidad era dar sustento jurídico a la idea de obtener una zona liberada en Tucumán.
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