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Esta es la verdad histórica que todavía se encuentra en el valle de las sombras, hasta que se haga justicia. El ERP, montoneros, y otros tantos grupos terroristas son los asesinos de niños, asesinos de la población civil, asesinos de hombres de TODAS las fuerzas, sus crímenes deben ser declarados de lesa humanidad. Miguel.
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Esta es la verdad histórica que todavía se encuentra en el valle de las sombras, hasta que se haga justicia. El ERP, montoneros, y otros tantos grupos terroristas son los asesinos de niños, asesinos de la población civil, asesinos de hombres de TODAS las fuerzas, sus crímenes deben ser declarados de lesa humanidad. Miguel.
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Héctor Oscar Saraspe quedó “sentenciado a muerte”, en palabras de una de sus hijas, por haber querido ayudar. En octubre de 1972 la policía tucumana intentó detener a Ramón Rosa Jiménez, cabecilla del ERP, quien estaba prófugo y que había dejado 5 guardiacárceles muertos en su fuga de prisión. El policía Eudoro Ibarra le pidió ayuda a Héctor Saraspe para trasladar a la comisaría a Ramón Rosa Jiménez, quien había resultado herido al resistir el arresto. Jiménez murió poco tiempo después y el calvario de la familia Saraspe comenzó. Llamadas telefónicas, amenazas, persecuciones al lugar de trabajo, panfleteadas, pintadas…hasta que el 20 de septiembre de 1974, el ERP tomó el pueblo de Santa Lucía (Pcia. de Tucumán) para concretar su venganza. Cortaron las vías telefónicas, y se dividieron en grupos: uno fue hacia la casa de los Saraspe, supieron que estaba en el club y allí se dirigieron y cuando lo identificaron le pegaron dos tiros en el pecho. El otro grupo terrorista fue a la casa del policía Ibarra, en donde lo acribillaron de 16 disparos enfrente de sus hijos. No satisfechos con haber asesinado a Héctor, los terroristas continuaron amenazando a la familia Saraspe aún después del atentado: que los iban a secuestrar, a asesinar en misa, a poner una bomba en el cementerio.
"Esto fue una guerra y tengo memoria" Graciela Saraspe, hija de Héctor Saraspe, asesinado por el ERP. "Mi padre (en referencia a Héctor Saraspe) era un joven de 29 años, con dos hijas, que trabajaba en un empresa textil y, a la vez, atendía la cantina del Club Santa Lucía. El 20 de septiembre de 1974 coparon el pueblo. Cortaron las líneas telefónicas y se dividieron en dos grupos: uno fue a mi casa y otro al club, donde mi padre estaba jugando al dominó con otros amigos. Entonces, un cobarde con la cara tapada señaló a mi padre y le pegaron un tiro. Los invito a leer este libro (Los llaman... jóvenes idealistas), porque describe las atrocidades que cometieron. Hoy, los que están en el poder, deberían ser juzgados y estar presos. Esto fue una guerra. A mí nadie me la contó. Yo la viví. Yo también tengo memoria".
"Esto fue una guerra y tengo memoria" Graciela Saraspe, hija de Héctor Saraspe, asesinado por el ERP. "Mi padre (en referencia a Héctor Saraspe) era un joven de 29 años, con dos hijas, que trabajaba en un empresa textil y, a la vez, atendía la cantina del Club Santa Lucía. El 20 de septiembre de 1974 coparon el pueblo. Cortaron las líneas telefónicas y se dividieron en dos grupos: uno fue a mi casa y otro al club, donde mi padre estaba jugando al dominó con otros amigos. Entonces, un cobarde con la cara tapada señaló a mi padre y le pegaron un tiro. Los invito a leer este libro (Los llaman... jóvenes idealistas), porque describe las atrocidades que cometieron. Hoy, los que están en el poder, deberían ser juzgados y estar presos. Esto fue una guerra. A mí nadie me la contó. Yo la viví. Yo también tengo memoria".
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